San Francisco de Asís (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: Gál 6, 14-18; Sal 15, 1-2. 5. 7-8.11; Mt 11, 25-30.
LECTURA Job 19, 21-27
Lectura del libro de Job. Job dijo: ¡Apiádense, apiádense de mí, amigos míos, porque me ha herido la mano de Dios! ¿Por qué ustedes me persiguen como Dios y no terminan de saciarse con mi carne? ¡Ah, si se escribieran mis palabras y se las grabara en el bronce; si con un punzón de hierro y plomo fueran esculpidas en la roca para siempre! Porque yo sé que mi Redentor vive y que Él, el último, se alzará sobre el polvo. Y después que me arranquen esta piel, yo, con mi propia carne, veré a Dios. Sí, yo mismo lo veré, lo contemplarán mis ojos, no los de un extraño. ¡Mi corazón se deshace en mi pecho! Palabra de Dios.
Comentario: Job no tiene la “certeza” de que sus padecimientos serán recompensados; sin embargo, al decir que él mismo, con su propia carne, va a ver a Dios, entonces afirma que no quedará desamparado y Dios intervendrá. Su esperanza en una intervención divina, en el “aquí y ahora”, será la que abogue por su inocencia.
SALMO Sal 26, 7-9. 13-14
R. ¡Contemplaré la bondad del Señor!
¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mi y respóndeme! Mi corazón sabe que dijiste: «Busquen mi rostro». R.
Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, Tú, que eres mi ayuda. R.
Contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
ALELUIA Mc 1, 15
Aleluia. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia. Aleluia.
EVANGELIO Lc 10, 1-12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad». Palabra del Señor.
Comentario: Es probable que la elección de los setenta tenga un carácter de universalidad en el anuncio del Reino y su urgencia. Jesús escoge a quienes serán sus nuevos colaboradores después de los Apóstoles para que continúen la misión. Desde aquí nace la primera comunidad de llamados y congregados para pregonar que el Reino de Dios ha llegado. ¿Seguimos anunciando con alegría este encargo?