Prefacio de la Virgen María.
Leccionario Santoral: Zac 2, 14-17; [Sal] Lc 1, 46-55; Mt 12, 46-50.
LECTURA 1Mac 2, 15-29
Lectura del primer libro de los Macabeos.
En aquellos días: Los delegados del rey Antíoco, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para exigir que se ofrecieran los sacrificios. Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte. Entonces los enviados del rey fueron a decirle: «Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos. Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tú y tus hijos serán contados entre los amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos». Matatías respondió en alta voz: «Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey lo obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes, yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres. El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos. Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda». Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos, para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey. Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas, y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar. Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar. Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú. Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: «Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga». Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas. Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí. Palabra de Dios.
Comentario: Matatías, que significa “don de Dios”, será el líder de la resistencia judía durante el reinado de Antíoco IV Epífanes. Matatías, un campesino de familia sacerdotal, constata que su pueblo vive esclavizado y maniatado por el poder de turno. Su conciencia religiosa le ayuda a rebelarse y hacer algo por la liberación de su pueblo. No se deja comprar por los funcionarios del rey y, afirmando su fe en el Dios de los padres y del éxodo, rechaza la oferta del imperio y organiza la resistencia armada, la “guerra santa”.
SALMO Sal 49, 1-2. 5-6. 14-15
R. El que va por el buen camino verá al Señor.
El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta el ocaso. El Señor resplandece desde Sión, que es el dechado de toda hermosura. R.
«Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi Alianza con un sacrificio». ¡Que el cielo proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez! R.
«Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo; invócame en los momentos de peligro: Yo te libraré, y tú me glorificarás». R.
ALELUIA Cf. Sal 94, 7. 8
Aleluia. Escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón. Aleluia.
EVANGELIO Lc 19, 41-44
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios». Palabra del Señor.
Comentario: Nos encontramos con una de las grandes paradojas del evangelio: Jesús sube a Jerusalén para ser condenado por la autoridad del lugar como un “malhechor” y llora sobre Jerusalén porque no fue allí reconocido como Hijo de Dios. Jerusalén se ha convertido en una simple ciudad de la tierra. De esta manera, el centro religioso se irá trasladando, poco a poco, en las personas que creen y se comprometen con Dios y sus semejantes.