Anselm Grün, realiza una interesante construcción desde la espiritualidad cristiana, observando las múltiples dimensiones del hombre a partir de un nuevo enfoque de las parábolas e historias de sanación que aparecen en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, al iniciar la lectura, la pregunta acerca del sentido de las mismas y su relación con nuestra sanación invita a apreciar con minuciosidad el desarrollo argumental que presenta Grün, apoyado en la premisa de que: la palabra de Jesús se ha convertido en una palabra clave, que muestra en su esencia un propósito de acompañamiento espiritual.
Hablando como un consejero, un guía espiritual o simplemente un buen amigo, el autor logra revelar que el encuentro con nosotros mismos es una realidad inherente y por ende, no puede dejarse de lado la diversidad de facetas que comprenden la vida, incluyendo el caos, la amargura y los miedos. Dado que, finalmente, toda esta búsqueda de la verdadera identidad, termina por mostrar el rostro más humilde del hombre en contraste con el egoísmo propio de nuestra era. Es a esa sociedad a la que se dirige Grün al decir con claridad que, “el encuentro con Dios nos reta a aceptar humildemente nuestra propia humanidad”(p. 102).
Es esta reconciliación con la realidad la que el autor intenta descifrar desde el enfoque cara a cara y la naturaleza social que poseen las parábolas. Al respecto, resulta trascendente rescatar una de las expresiones que el autor remarca a lo largo del texto, y es que, en efecto, Jesús no fundó ninguna escuela concreta ni debe compararse con las actuales escuelas terapéuticas, porque en sí, el mensaje de Cristo no es un conjunto de frases mágicas ni de pasos a seguir dentro de un tratamiento médico, “Jesús no cura simplemente como un médico que quita la enfermedad, sino que Él encuentra a las personas, las confronta con sus heridas y les muestra un sendero para que puedan hoy alcanzar la salud en el encuentro con Él”(p.71).
Es este encuentro con el Cristo vivo, el que da un significado distinto a la curación humana, y es también la columna vertebral que desarrolla este particular libro del monje benedictino, capaz de entregar esperanza a partir de un lenguaje sencillo pero a la vez desafiante y espiritual. Es así como Anselm Grün no deja escapar las múltiples lecturas que pueden realizarse a partir de los evangelios, por esta razón no duda en afirmar en una de sus páginas que, “la palabra no es fácil de digerir, pero que el que se atreve será llevado a otro nivel, más allá de la salud y la enfermedad, más allá del éxito y del fracaso, más allá de la fuerza y la debilidad” (p. 53). Con esto, deja entrever que la riqueza de las enseñanzas bíblicas va más allá de los problemas meramente mundanos, y que trata sobretodo de una construcción a conciencia del ser humano integral.
Así, el autor exige una reflexión a conciencia que considere los aspectos centrales de la fe, pero que también sea capaz de encontrar en Cristo la respuesta inicial y final ante la fragilidad propia. Un relato acompañado de citas bíblicas y reflexiones espirituales de los más diversos referentes, filósofos, escritores, y líderes espirituales de distintos credos. Dando forma a una lectura atractiva e interesante que invita a llegar más allá de una primera aproximación hacia el autoconocimiento, promoviendo más bien una renovación de la vida del hombre desde su esencia. Señala Grün: “el camino estrecho es también el consciente. Vivir de manera consciente parece ser, a primera vista, agotador. Pero, en realidad, él es el que conduce lejos. Transitándolo, alcanzamos la armonía con nosotros mismos”. (p.56)
Asimismo, el autor presenta una serie de métodos terapéuticos de Jesús en las historias de sanación, proponiendo una visión que no solo rescata el valor de las mismas, sino que las expone como una profunda enseñanza de amor y misericordia para que solidariza con la sanación del hombre, y que mueve hacia una madurez humana y espiritual, plenamente ligada a la experiencia de Jesús, y que es motivación primaria de nuestra existencia. De hecho, reflexiona Grün, “en las palabras de Jesús encontramos la bendición de Dios, aunque ese encuentro se produce de manera paradójica. Justo en la medida en que las palabras no nos tranquilizan, nos retan a ocuparnos de ellas y a dejar que nos guíen hacia una nueva dimensión de la vida con Dios y de Dios” (p.70).
De esta manera, “JESÚS COMO TERAPEUTA”, busca acercarnos hacia una nueva visión sobre la relación de confianza y paciente escucha, entre el Dios de Jesús y nuestra propia existencia, para encontrar en Él más que una respuesta sabia o una palabra de aliento… una compañía real de infinito amor. Lo que convierte a este libro en un relato no solo profundamente ameno, sino ante todo con los pies puestos en la tierra y abierto a un diálogo en común, invitándonos a dar un primer paso en pos de nuestra ansiada libertad y felicidad que solamente Dios nos puede dar.