JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO (S). Blanco. Gloria. Credo. Prefacio propio.
El rey que jamás será vencido
Jesús está muriendo en la cruz, y, salvo unas mujeres, entre las cuales están su madre y algún discípulo, todos los presentes, notables de Jerusalén y gente del pueblo, se ríen y se burlan de él. Se hacía pasar por rey, por Hijo de Dios, ¿por qué no llama a su padre Dios para que lo libre de la cruz? ¿Qué Dios es este que no le salva la vida? ¿Hay algo más importante que la vida? La respuesta del rey moribundo es “sí”, hay algo más importante: el amor. Él muere amando y demostrando su poder con el ladrón arrepentido a quien recibe en ese mismo momento en su reino.
Es un rey ajusticiado, pero no vencido, con una ridícula corona de espinas; un rey al que todos podemos rechazar, pero que él, en la plenitud de su realeza, no podrá nunca rechazar a nadie porque murió por todos nosotros. Con el buen ladrón, nos prometió a todos el paraíso si se lo pedimos con amor.
El rey nos dio su sangre en la cruz y, en la última cena, el vino en memoria suya para siempre. El vino es el símbolo del amor y cumple su promesa de estar siempre con nosotros hasta el fin del mundo. Sin embargo a él le damos vinagre, símbolo del odio. En ese gesto de desprecio, sus enemigos muestran que necesitan aún más amor de Dios para ser salvados. Dios no somete nunca a nadie, ama siempre. Ese es el poder de Jesús Rey, suma autoridad en la tierra y en el cielo y con menos poder que ningún hombre.
Muere el rey más grande de la historia, y con él, un bandido del que no se recuerda ninguna obra buena y solo puede pedir amor a quien muere con él. Así es salvado, porque Dios no nos salva midiendo nuestros méritos, ya que su salvación es siempre un regalo. Quien lo acepta como rey en su vida vive ahora un anticipo del cielo, al sentirse amado por Dios, aun en las cruces diarias, como el buen ladrón.
“Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 43).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La celebración de este domingo es una alabanza a Cristo, rey del Universo, rey de los corazones: un rey que no excluye a nadie y quiere beneficiar a todos con su amor misericordioso.
1ª LECTURA 2Sam 5, 1-3
Guía: La elección de David, como rey de Israel, es anticipo de la realeza de Cristo, rey pacífico y universal.
Lectura del segundo libro de Samuel.
Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: “¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: ‘Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel’”. Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón delante del Señor y ellos ungieron a David como rey de Israel. Palabra de Dios.
SALMO Sal 121, 1-2. 4-5
R. ¡Vamos con alegría a la casa del Señor!
¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor!”. Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R.
Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según es norma en Israel, para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R.
2ª LECTURA Col 1, 12-20
Guía: Pablo ensalza la elección con la cual Dios nos llama a participar del Reino de su Hijo; a la vez que proclama la primacía de Cristo sobre todas las criaturas.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.
Hermanos: Demos gracias al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados. Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él. Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz. Palabra de Dios.
ALELUIA Mc 11, 9-10
Aleluia. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluia.
EVANGELIO L c 23, 35-43
Guía: Jesús crucificado es desconocido e insultado por las autoridades políticas y religiosas. Contrariamente es un ladrón el que confiesa que Jesús es el Rey.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Después de que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes burlándose decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!”. También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Sobre su cabeza había una inscripción: “Éste es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Él le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El ofrecimiento del pan y del vino simbolizan nuestro ofrecimiento por favorecer la Venida del Reino de Dios: iVenga tu Reino, Señor!
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Al acercarnos a comulgar con Cristo Rey, deseamos que él sea nuestra fuerza en la vida cotidiana y un día podamos encontrarlo, cara a cara, en el Reino definitivo.
DESPEDIDA
Guía: Alegres y esperanzados, vayamos a anunciar que el Reino de Cristo está presente entre nosotros: que entonces reine en nuestros ambientes la verdad, la vida, la justicia, el amor y la paz.