Como todos los años, en el primer domingo de septiembre, se celebró el día Nacional del Migrante en todas las parroquias y comunidades religiosas de Chile, donde estuvieron presentes países como Haití, Colombia, Venezuela, África, Francia, Perú, Argentina y Bolivia, entre otros.
En una Eucaristía con la que se agradeció a Dios por los migrantes en Chile, el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, saludó a los asistentes diciéndoles: “Todos somos migrantes hasta la casa definitiva del Padre”.
Luego, en su homilía, destacó la ayuda que la Iglesia está ofreciendo a los hermanos extranjeros: “En muchas parroquias se ofrecen cursos de español, hay más de 40 lugares de nuestra Iglesia donde se enseña nuestro idioma”.
Finalmente, debido a las injusticias que muchos migrantes viven por no saber el idioma, llamó a denunciar actos de injusticia: “Queremos que nuestros hermanos haitianos aprendan español para que no sean engañados en la legislación, en sus contratos laborales o en sus modos de vivir. La Iglesia quiere ser un espacio, no solo de acogida, sino que también de integración. Creo que es el momento de denunciar aquello que no es conforme con la dignidad y a la protección legal que necesita todo migrante. Nos duele ver que hay deficiencia en esto”.
Al terminar la Eucaristía, el Ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza, leyó un saludo de la Presidenta de la República por este día: “Esta es una forma de celebrar la diversidad, la integración, la inclusión y el multiculturalismo. Sabemos que no es un fenómeno nuevo, ya que la historia de Chile se ha escrito gracias a la colaboración de miles de extranjeros que han pisado nuestra tierra buscando de nuevos horizontes. Somos testigos del sacrificio y esfuerzo que realizan cada día”.
El Presidente del Instituto Católico Chileno de Migración (Incami), monseñor Galo Fernández, señaló: “Es una tradición ya instalada en nuestro país, que es un gesto de poner la mirada en los hermanos que han venido de otras tierras a hacer patria en esta tierra. La Iglesia quiere manifestar con ello que es un lugar sin fronteras, un lugar de hospitalidad y de acogida”.
La voz de la riqueza cultural
María de Los Santos llegó de República Dominicana hace seis años, para ella es una experiencia de aprendizaje: “A uno le duele dejar sus raíces, porque es el hogar de uno, pero en esta Iglesia, yo me he sentido muy acogida, ver el flujo de migrantes aquí es como estar en mi país porque todos tenemos un mismo pensar y un mismo mirar y esto me llena de orgullo. Estoy agradecida de este país porque acoge a los migrantes y nos brinda lo que tiene a su alcance y uno aprende bastante de ellos. Estoy agradecida de Chile y de Dios”.
Yunet de Cuba contó que “estoy muy contenta de que hagan estos encuentros culturales, a mí me ha servido mucho y como comunidad cubana también, porque gracias a la parroquia ha sido un punto de encuentro para nosotros, hacemos actividades para ayudar a nuestros compatriotas que recién llegan a Chile, entre otras cosas, eso nos alimenta el alma”.
Jesús Manzo, en cambio, llegó hace seis meses de México, él sólo conocía de Chile lo que salía en la televisión: “Nunca había tenido la oportunidad de estar acá y gracias a Dios ha sido buena la experiencia. El hecho de que la Iglesia abra este espacio nos ayuda, nos congrega y nos hace sentir como en familia”.