Con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, el Papa Francisco recibió a los promotores del Festival Verde y Azul. A ellos, les recordó que han pasado más de cincuenta años desde que el 5 de junio de 1972 se inaugurara en Estocolmo la primera gran Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano, la cual fue el arranque de diversas asambleas que convocaron a la comunidad internacional para debatir sobre cómo la humanidad está gestionando nuestra casa común. “Por eso el 5 de junio se ha convertido en el Día Mundial del Medio Ambiente” explicó el Papa.
Francisco reconoció que son muchas las cosas que han cambiado en este medio siglo: “basta pensar en la llegada de las nuevas tecnologías, el impacto de fenómenos transversales y globales como la pandemia, la transformación de una sociedad cada vez más globalizada [que] nos hace vecinos, pero no nos hace hermanos”. Y también ha cambiado el compromiso con el medio ambiente: “Hemos asistido a una creciente sensibilidad por el medio ambiente y el cuidado de la naturaleza – dice el Papa – madurando una sincera y dolorosa preocupación por lo que le está sucediendo a nuestro planeta“. Por ello – aseguró el Papa –: “Mientras que la humanidad del periodo postindustrial será recordada quizá como una de las más irresponsables de la historia, cabe esperar que la humanidad de principios del siglo XXI sea recordada por haber asumido generosamente sus graves responsabilidades”.
El Pontífice inistió en que, tal y como confirman los expertos, “las opciones y acciones que se lleven a cabo en esta década tendrán repercusiones durante miles de años”, pero continuó reconociendo que se ha ampliado nuestro conocimiento sobre el impacto de nuestras acciones en nuestra casa común y en quienes la habitan y la habitarán, y no solo, “también ha aumentado nuestro sentido de la responsabilidad ante Dios, que nos ha confiado el cuidado de la creación, ante nuestro prójimo y ante las generaciones futuras”. Por tanto, se trata de un desafío “grande” y “exigente” dice el Papa, “porque requiere un cambio de rumbo, un cambio decisivo en el actual modelo de consumo y producción, infundido con demasiada frecuencia en la cultura de la indiferencia y del despilfarro, despilfarro del medio ambiente y despilfarro de las personas”.
En este sentido, Francisco reveló la conversación que ha tenido con Christopher John Kempczinski, presidente de McDonald’s Corporation: “Me han dicho que han tirado el plástico y que todo se hace con papel reciclable, todo… En el Vaticano, el plástico está prohibido. Y conseguimos el 93%, me dijeron, sin plástico”. “Estos son pasos, pasos reales que tenemos que dar para avanzar. Pasos reales” expresó el Obispo de Roma, quien pidió “acelerar este cambio de rumbo” a favor de una cultura del cuidado – al igual que se curan a los niños – que sitúe la dignidad humana y el bien común en el centro. “No robemos a las nuevas generaciones la esperanza en un futuro mejor“.
Muchos científicos en el mundo lo indican claramente: “el cambio de este modelo es “urgente” e “inaplazable”. “Debemos consolidar el diálogo sobre cómo estamos construyendo el futuro del planeta bien conscientes de que vivir la vocación de ser custodios de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no algo opcional ni siquiera un aspecto secundario de nuestra experiencia vital” insitió el Papa.
En este sentido, el Pontífice agradeció las tantas oportunidades e iniciativas para abordar seriamente este reto: desde las pequeñas opciones cotidianas hasta las políticas locales, pasando por las internacionales. “Una vez más, hay que recordar la importancia de una cooperación responsable a todos los niveles. Necesitamos la contribución de todos”, aseguró.
Por último, el Papa explicó que el fenómeno del cambio climático nos recuerda con insistencia nuestras responsabilidades: “afecta sobre todo a los más pobres y frágiles, a los que menos han contribuido a su desarrollo” y recordó que se trata de “una cuestión de justicia y después de solidaridad”, de hecho, declara que el cambio climático “también nos recuerda que debemos basar nuestra acción en la cooperación responsable de todos” pues “nuestro mundo es ahora demasiado interdependiente y no puede permitirse el lujo de estar dividido en bloques de países que promueven sus propios intereses de forma aislada o insostenible”.