Mis queridos hermanos y hermanas amantes de la formación continua. Analicemos este tema urgente y necesario. Como cristianos debemos tener una buena formación inicial básica. Pero además, apuntamos a la formación permanente. Esta formación continua debe ser sistemática y orgánica. Sabemos el peligro que significa dejar de formarnos, aplicando ideas viejas a problemas nuevos. Pero además, al dejar de formarnos existe la posibilidad de perder los ideales, la motivación o la profundidad. Es necesaria la instrucción para avanzar en la vida de fe.
El ideal de la formación continua es crecer en sabiduría y bondad. Formados científicamente, pero a su vez piadosamente. Fervorosos, pero a la vez comprometidos con los pobres. Personas que se vinculen con Dios, pero también que seamos capaces de convivir en la sociedad. Responsables y entusiastas por adquirir las virtudes, de modo que seamos dúctiles y sólidos. Al decir esto, viene a mi mente la propuesta de San Buenaventura en el prólogo del Itinerario de la mente a Dios, escrito en 1261. Les dejo un párrafo en nota a pie de página.[1]
Dijo François Rabelais (s. XVI), “Ciencia sin conciencia no es más que ruina espiritual”.[2] Por eso admiramos a los intelectuales que al mismo tiempo se esfuerzan por ser buenas personas. Ellos son un tesoro en la Iglesia. No obstante, en pleno s. XXI, debemos saber exponer la fe y demostrar su vínculo con la justicia social y la caridad. Ser personas capaces y formadas es un ideal, pero atención, sin atacar ni burlarse de los que no son cristianos católicos. Nuestro camino es el dialogo profundo y respetuoso. Como siempre, hay grupos de cristianos que al ver que no condenamos a los otros, nos atacan llamándonos progresistas (como si fuera algo malo), relativistas y todos los “istas” que les vienen a la mente. Son la misma gente que atacan al papa Francisco, porque es capaz de dialogar con un ateo y proponer un servicio profético y serio al pobre.
Asimismo, la facultad de asociar ideas exige, primero, tenerlas (haber almacenado conocimientos). De este modo, resolver la pobreza para los cristianos requiere que muchos de nosotros tengamos una formación profunda en lo ético social. Cuanto más extensos son los conocimientos, existen más posibilidades de asociarlos. Por eso, es importante tener un conocimiento profundo de las ciencias vinculadas a resolver la pobreza. Y como somos personas de fe, una buena formación teológica. Es decir, saber un poco de filosofía, política, pedagogía, economía, derecho, historia, relaciones internacionales, antropología, servicio social, higiene, así como teología y en especial teología moral. ¿No es mucho? Bueno, me estoy refiriendo a una formación permanente que dura toda la vida. Les puedo decir, que he visto que la capacidad de resolver la pobreza se incrementa cuando se tiene un conocimiento amplio. En efecto, necesitamos estar inmersos en la vida de los excluidos, servirlos, pero también adquirir una formación propia completada con conocimientos afines. Para muestra un botón, personas que hicieron avanzar el pensamiento como Piaget, C. Jung, J. Keynes, etcétera. Ellos tenían una gran preocupación por los problemas sociales con una enorme base cultural. ¿Y por qué es valioso? Porque el poder asociativo de la inteligencia humana es muy grande y a veces actúa con alguna independencia de la voluntad. Generalmente, surgen soluciones para los problemas, fuera del escritorio, la biblioteca o la clase. ¿Dónde? Durante un paseo, conduciendo, en medio del servicio al pobre, en una reunión o incluso soñando. Como los tres sueños consecutivos que tuvo Descartes que le dieron la pista de su método. Pero para que esto se dé, previamente debe haber algo en la cabeza. Lo cierto es que la integración de conocimientos dispersos es una fuente valiosa para la vida intelectual. Además, nos permite relacionar con lo social, lo que hasta ahora pocos habían asociado. Por ejemplo, Benjamín Franklin había observado muchas veces, en su laboratorio, que las puntas metálicas atraían una chispa eléctrica de un cuerpo cargado; unió esta información a su observación de las terribles tormentas eléctricas. ¿Todo esto en qué decantó? En la invención del pararrayos, que usamos hasta el día de hoy.
Optemos por la aventura del conocimiento y el aprendizaje. Que no termina nunca. Y que hay que actualizar. Muchos cristianos y cristianas saben teología, pero ¡Madre mía! se nota que no han incorporado nueva información desde hace 20 años. Y esto va en detrimento del servicio a los pobres. Notemos que, entre las cosas que parecen acelerarse, figura ─inexplicablemente─, la adquisición de conocimientos. En los últimos años, han aparecido en todo el mundo numerosos establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: “Haga el bachillerato en 1 año, aprenda un idioma en 3 semanas”. Falta que digan “hágase doctor en 1 mes”.
Por eso, modifiquemos esos grupos cristianos donde se abandona o se minimiza la formación o la espiritualidad. Es importante, incorporar conocimientos nuevos y salir de los lugares comunes que hacen poco interesante el formarse. También, recordemos lo importante que es mantener actitudes como la curiosidad y la admiración para seguir aprendiendo toda la vida.
El oponerse a los cambios positivos es algo que hace mucho daño. Por ejemplo, hoy todos reconocemos la capacidad de Copérnico. Su teoría astronómica señalaba que la tierra giraba en torno al sol. Martín Lutero, padre del protestantismo, en sus Conversaciones familiares, tildó enfadado de loco a Copérnico por sostener afirmaciones contrarias a la Biblia. Corrijamos hoy diciendo que esas afirmaciones bíblicas estaban mal hechas. Lamentablemente, también hubo católicos cerrados que fueron hostiles a Copérnico. Pero hubo asimismo cristianos católicos más progresistas como el cardenal Von Schoemberg, que entendieron la valiosa verdad que proponía Copérnico. Si tienen tiempo pueden meditar en base a estas preguntas: ¿Qué espacio semanal de tiempo le dedico a la formación? ¿De qué lado de la historia nos queremos ubicar: los que la hacemos avanzar o los que están atados a lo peor de la tradición?
Andrés Motto, CM
andresmotto@gmail.com
[1] Invita al lector a lo integral “no sea que piense que basta la lección sin la unción, la especulación sin la devoción, la investigación sin la admiración, la seriedad sin la alegría, el esfuerzo sin la piedad, la ciencia sin la caridad, la inteligencia sin la humildad, el estudio sin la gracia”. Prólogo 4.
[2] Invito a ver la interesante película Hombre Irracional (Irrational Man) de 2015. Escrita y dirigida por Woody Allen. Plantea la situación dónde un profesor de ética filosófica termina asesinando. Disociando o mal asociando sus estudios con la vida.