Una Catedral de Santiago poblada de fieles que llevaban en sus manos los tradicionales ramos de palma fue el marco en el que se celebró, este domingo 10 de abril, la misa de Domingo de Ramos en el principal templo capitalino.
Aquí, como en las iglesias de la capital y de todo Chile, gran número de personas se congregaron para la bendición de este símbolo de la jornada en la que Jesús entró en triunfo a Jerusalén, montado en un asno, y fue recibido con ramas trenzadas puestas en su camino por quienes lo reconocían como Maestro.
La mañana del domingo, una hora antes del inicio de la Misa, la Catedral de Santiago ya mostraba gran número de asistentes en su interior, en el esperado retorno a la presencialidad de esta celebración cristiana. Familias completas de vecinos de la capital, junto a numerosos feligreses de las comunidades migrantes, llevaban en las manos, como tesoros, sus ramos esperando la bendición.
Mientras tanto, en la entrada del templo se aplicaban las medidas de prevención contra la pandemia, como la toma de temperatura y la disponibilidad de alcohol para las manos.
El comienzo de la eucaristía se produjo a las 12:00 horas. Fue presidida por el Arzobispo de Santiago, cardenal Celestino Aós. Durante su homilía, monseñor Aós llamó a “renovar nuestro compromiso con Jesús”.
Al mismo tiempo, animó a las familias a tener presente siempre la unidad de la Iglesia y de los fieles. “Estos ramos que tenemos en las manos debemos llevarlos a nuestras casas y colocarlos con respeto en un lugar noble, para que nos recuerden que hemos estado hoy aquí, junto a los otros creyentes, junto a la Iglesia entera, celebrando el Misterio Pascual y renovando nuestro compromiso bautismal”, expresó.
“Hoy, Domingo de Ramos, es también día de compromiso”, agregó. “Basta tomar el crucifijo en nuestras manos o arrodillarnos ante él. Tenemos mucho que aprender para nuestra vida social y política, para nuestra defensa de la vida y para reorientarnos en la verdad y los valores”, recalcó.
El cardenal Aós también aludió al significado profundo de la sinodalidad. “Hacer asambleas o programas de Pastoral, participar en acciones caritativas o misionales, entre otras, son nudos de sinodalidad, de caminar juntos en la fe. Pero sinodalidad de la buena, profunda, es celebrar una buena Semana Santa. Si quieres vivir la sinodalidad, debes pedir a Dios que te haga sentir parte de su Iglesia”, instó.
“Nos congregamos con toda la Iglesia, de Chile y de Argentina, de Ucrania y Jerusalén, del Vaticano y de Venezuela. Pero es necesario sentirnos unidos también a la Iglesia del Cielo, a los que siguieron a Jesús en su vida y por la Gracia que brota de la Cruz de Jesucristo, ya están redimidos y salvados, gloriosos en el Cielo, con la Virgen María y los santos”, añadió.
Al concluir la Eucaristía, numerosos feligreses se acercaron al altar para recibir la bendición de sus ramos, que muchos de ellos colocarán en sus casas en espera de la conmemoración de la muerte y resurrección de Jesucristo.