Este mes, la Red Mundial de Oración del Papa nos invita a rezar para que el clamor de los hermanos migrantes víctimas del tráfico criminal y de la trata sea escuchado y considerado. No podemos ser cómplices silenciosos del fenómeno mafioso que supone la trata de personas. Y mucho menos, protagonistas, aunque sea indirectos. Frente a los que viven de la desgracia de otros y se aprovechan de su desesperación, trabajemos para superar las desigualdades que hacen posible que una persona pueda hacer esclava a otra.
En el 2019 el número de migrantes internacionales (personas que residen en un país distinto al de su país de nacimiento) alcanzó los 271,6 millones en todo el mundo, frente a los 258 millones de 2017. De ellos, el 47,9% fueron mujeres y el 13,9% niños menores de edad. Según datos del Informe Global sobre Trata de Personas en 2018 hubo alrededor de 24 mil casos documentados de víctimas de este crimen entre 2014 y 2016 en 142 países, aunque es una cifra que podría ser mucho más superior, teniendo en cuenta la cantidad de víctimas no son detectadas en determinados países que no cuentan con los mecanismos adecuados para perseguir este delito.
Dice Francisco: A menudo los migrantes son víctimas del tráfico y de la trata de personas.
Entre otras causas, sucede esto por la corrupción de los que están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de enriquecerse.
El dinero de sus negocios, son negocios sucios, mañosos, es dinero manchado de sangre. No exagero: es dinero manchado de sangre.
Recemos para que el clamor de los hermanos migrantes víctimas del tráfico criminal y de la trata de personas sea escuchado y sea considerado.