Dra. Sandra Castro Berna, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule (UCM) en Curicó.
En la vida escolar a todos nos sucedió alguna vez, que realizamos un comentario poco afortunado y los colores al rostro se notaron de inmediato. En algunos fue incomodo momentáneamente, pero en otros persistió el mal recuerdo.
Los errores se cometen por falta de competencia, los niños(as) no son conscientes de que la respuesta es incorrecta, ellos solo intentan resolver con los conocimientos que han adquirido a su corta edad. Por tanto, no debemos limitarnos a corregir los errores solamente, sino darnos el tiempo para asegurarnos que conozca o comprenda la razón de su desacierto. Así, al corregir su error experimenta una sensación de éxito. El niño(a) al cometer un error y ser corregido de manera correcta es capaz de adquirir y retener el aprendizaje, por su esfuerzo y la complicidad positiva del adulto.
Los errores nos ayudan a aprender no sólo en el ámbito académico, en casa evitemos castigar los errores, consideremos una oportunidad de aprendizaje como indica Piaget “los errores cognitivos de los niños(as) no deben verse como fracasos, sino como oportunidades para el aprendizaje”. ¿Cómo generamos confianza y seguridad para que perciban el error como parte de su proceso de aprendizaje?: