Cada 18 de septiembre, en las catedrales de nuestro país, es celebrada una Liturgia de Acción de Gracias con motivo del aniversario de la Independencia, popularmente conocida como Te deum; pero la verdad es que ese nombre lo recibe por los primeros versos del cántico que se entona en la ocasión: Te deum laudamus… = A ti Dios, te damos gracias…
Este himno es, regularmente, cantado por las comunidades monásticas en la Liturgia de las Horas. También se suele entonar en las misas celebradas en ocasiones especiales, como ceremonias de canonización, ordenación de presbíteros y proclamaciones reales. Los cardenales, junto a los fieles, en las catedrales de todo el mundo, lo entonan tras la elección de un nuevo papa. En el Vaticano y la Iglesia universal es tradicional cantarlo en la víspera de Año Nuevo.
Algunos lo llaman “Himno Ambrosiano”, en honor al supuesto creador, san Ambrosio de Milán, quien, según la leyenda, lo habría compuesto junto a san Agustín de Hipona, en el año 387, cuando realizaban un bautizo. Este origen ha sido descartado por estudios más recientes, que determinan como único autor a Aniceto de Remesiana, un religioso griego, quien lo escribe en el siglo IV.
En Chile, en el año 1811, el general don José Miguel Carrera pide a las autoridades eclesiásticas de ese tiempo que se celebre una Misa con motivo del primer aniversario de la Junta Nacional de Gobierno, solicitud que reitera en 1812. Pero es partir de 1818 (cuando se consolida la Independencia) que la Misa se celebra cada 18 de septiembre, en la que el cántico Te deum es entonado al concluir la celebración.
A partir de 1870, la Misa es reemplazada por una Liturgia de la Palabra. Desde el año 1971 tiene carácter ecuménico, al que se invita a obispos y pastores de otras Iglesias cristianas a participar con sus propias oraciones. Desde el año 1973, la denominación “Acción de gracias” es reemplazada por “Oración por la Patria”.
El Te Deum, simboliza el profundo sentimiento religioso del pueblo chileno y el compromiso de las distintas confesiones religiosas por el bienestar, en general, de todos los habitantes de nuestro país.
En este mes, aparte de celebrar con cuecas, empanadas y vino tinto, demos gracias a Dios por vivir en este lindo país en el que nos tocó nacer y recemos por su progreso.
Que disfruten de unas felices y regadas Fiestas Patrias. ¡VIVA CHILE!
En Jesús, María y Pablo,
El Director