En este mes finalizamos el Año Litúrgico con la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, solemnidad instituida por el papa Pío XI, con la Encíclica Quas primas, el 11 de diciembre de 1925, para expresar el sentido de consumación del plan de Dios.
Rey deriva del latín rex y de forma análoga la palabra reino, del latín regnum. Estos provienen de la raíz indoeuropea reg que significa regir o gobernar, además de referir al lado derecho del cuerpo, razón por la cual, en algunas lenguas germánicas, el término es utilizado para “diestro”. En hebreo el término para rey es mé·lekj.
La forma de gobierno liderada por un rey es una monarquía y es hereditaria: cuando el rey o reina muere, se corona a su hijo o hija, y así sucesivamente.
Popularmente, en nuestra sociedad, acostumbramos a coronar reyes y reinas en diferentes disciplinas: tenemos reinas de belleza, rey feo, rey león, rey del rock, rey del fútbol, la abeja reina, el rey del mote con huesillos y el rey y la reina huachaca. Estos “reinados”, hacen referencia a la superioridad, influencia y control del “monarca” sobre otros colegas o miembros de su especie.
¿Qué significa, entonces, que Jesús sea rey? Jesús mismo lo aclara en el juicio, ante la pregunta de Pilato: “Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí” (Jn 18, 36).
Jesús, como rey, se presenta con un proyecto para esta tierra y esta historia que no es ajeno a los sufrimientos y problemas de los pobres, los oprimidos, los marginados y los explotados. Un proyecto que pide colaboración para que vivamos libres y felices. Un proyecto que consiste en dar testimonio de la verdad, que es un concepto unido al Dios de la vida y que expresa la autenticidad, la fidelidad, la lealtad que es Dios mismo. Este Reino no necesita coronas ni palacios ni guardias, sino testigos capaces de llegar hasta la entrega de la propia vida por amor a cada persona con la que nos encontramos.
En la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo y al final de este Año Litúrgico, revisemos los acontecimientos vividos, las personas que nos han interpelado y que nos han hecho entusiasmarnos por el proyecto de vida que Jesús ha ido ofreciendo en cada pasaje escuchado y meditado. Y todo ello para iniciar el nuevo año con energías renovadas y con el convencimiento de que todo irá mejor y decir con el salmo: “Venga a nosotros, tu reino, Señor”.
En Jesús, María y Pablo,
El Director