Religión del pueblo, catolicismo popular o piedad popular son nombres con los que se denomina a las manifestaciones de fe sencilla del pueblo. Estas se expresan de diferentes maneras, dependiendo de aspectos geográficos, históricos y culturales, y se llevan a cabo en las celebraciones del calendario católico dedicadas a Jesús, a la Virgen o a los santos patronos.
El ser humano desde siempre ha desarrollado y cultivado expresiones y costumbres ligadas al encuentro con lo divino, lo misterioso y lo trascendente, manifestando una auténtica sed de Dios, captando a la vez, de manera especial, algunos atributos divinos, como la paternidad, su providencia, su presencia amorosa y misericordiosa.
En las fiestas religiosas los fieles manifiestan su fe de forma intuitiva y simbólica, imaginativa y mística, festiva y comunitaria. Sus costumbres, tradiciones y manifestaciones artísticas involucran tanto la vestimenta como la música y el baile. Forman parte de bailes religiosos, son cantores a lo divino o cuasimodistas, participando, con una fe sin cuestionamientos, en vigilias, novenas y procesiones.
Cada año los devotos acuden en masa a los santuarios, verdaderos centros de piedad, donde cumplen “mandas”, agradecen favores, piden milagros, “alumbran” (prenden velas y rezan hasta que estas se consumen totalmente). Todas estas son expresiones de fe que se han prolongado por siglos con el mismo fervor, desde los inicios de la evangelización.
Esa es la fe de nuestro pueblo, que se mantiene ininterrumpidamente, cada año, en distintas localidades. Son devociones que la Iglesia ha reconocido como tesoros que se deben conservar, aunque también aconseja orientar, porque algunas de ellas, por su carácter festivo, generan un fenómeno de interés turístico o forman parte del patrimonio inmaterial de la humanidad, pero que por el mercantilismo que las rodea casi bordean el paganismo.
¡Las manifestaciones de la religiosidad popular son el “alma” del pueblo. Nos conectan con la fe que hemos recibido de nuestros ancestros, que nos ha permitido crecer en los valores cristianos.
La religiosidad popular, como expresión del pueblo sencillo, con sus formas propias de exteriorizar la fe, debería estar masivamente integrado a la pastoral de la Iglesia, para así hacerla crecer aún más desde su interior.
En Jesús, María y Pablo,
El Director