El Domingo de Ramos en la Pasión del Señor es el primer día de la Semana Santa. Es el recuerdo de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y también el preludio a la Pasión.
El contraste entre el triunfo y el dolor se vive claramente en la liturgia: la alegría de la procesión, por una parte, y la lectura de la Pasión por otra. Según las estadísticas, es el día de mayor asistencia de los católicos a los templos.
Para el ramo se utilizan ramas de olivo y hojas de palmera. Estas dos plantas tenían un gran valor entre los pueblos de Medio Oriente. Eran materias primas para fabricar: pan, aceite, vino, vinagre y miel. De la palmera también se obtenían fibras para tejidos y, de los troncos, carbón. La palma era para el pueblo judío, símbolo de riqueza y fecundidad. En la simbología cristiana, es el triunfo en la defensa de la fe. A los mártires se les representa con una rama de palmera como signo de su victoria sobre la muerte. La rama de olivo es símbolo mundial de la paz. Se usaba como ofrenda de paz a los ejércitos enemigos, en tanto que los vencidos, que pedían paz, cargaban ramas de olivo en sus manos.
El color litúrgico de este día es el rojo, que representa a Jesús como Rey en su entrada triunfal y su Pasión. Al principio de la celebración, el sacerdote viste con capa pluvial roja, la que es retirada cuando llega al altar para colocarse la casulla del mismo color.
Luego de haber participado en esta celebración, popularmente, muchas personas acostumbran colocar el ramo bendito detrás de la puerta como amuleto, con fines curativos o para mantener alejados a los malos espíritus, a las brujas o a los ladrones, lo cual es una superstición.
El ramo debemos llevarlo a casa y ubicarlo en un lugar destacado, para recordarnos, todo el año, que la victoria de Cristo y del cristiano solo se obtiene a través de la Cruz y del sufrimiento.
Si vemos el ramo todos los días allí, nos traerá a la memoria que lo hemos alzado aclamando a Cristo y que sería muy poco cristiano salir a la calle a escupirlo y crucificarlo en el prójimo.
Guardemos nuestros ramos, no como un objeto mágico, sino como un recordatorio de las actitudes que nos corresponden como cristianos comprometidos.
Tradicionalmente, cuando el ramo está seco se quema, para utilizar las cenizas, en el Miércoles de Ceniza.
Que tengan una Feliz Pascua.
En Jesús, María y Pablo:
El Director