Todos los años, en el relato del nacimiento de Jesús, hablamos de los personajes que allí estuvieron, pero nunca nos extendemos a hablar de los pastores, que son los primeros en recibir la noticia del nacimiento de Jesús y los primeros en llegar a visitarlo.
Los pastores son personajes recurrentes en toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis; Abrahám, Moisés y el rey David tuvieron este oficio.
En el antiguo Israel, los pastores, probablemente niños y adolescentes pobres, son marginados, porque no estaban en condiciones de cumplir toda la Ley. Son empleados de los terratenientes. Ayudan en la cosecha de los campos y pastorean el ganado, principalmente ovejas y cabras. Dedican la mayor parte del día al cuidado del rebaño y a menudo duermen con los animales, para protegerlos de ladrones y depredadores.
Los instrumentos de trabajo y armas de un pastor son el cayado, la vara y la honda. Cada noche reúnen al rebaño en lugares llamados “apriscos” –muros de piedra construidos por ellos mismos– y también en cercos naturales o en cuevas. El cayado lo utilizan para contar los animales cada noche al guardarlos y también en la mañana, cuando parten en busca de forraje.
La ropa de los pastores es sencilla, pero resistente. Para protegerse del frío y de la lluvia, suelen usar un manto de piel de oveja con la lana hacia adentro y debajo llevan una túnica. También calzan sandalias para proteger sus pies de espinos y rocas afiladas, así como un paño de lana tejida para cubrirse la cabeza.
En tiempos de Jesús, el pastoreo continúa siendo común. Él se llama a sí mismo “el pastor” y solía referirse a las cualidades de un buen pastor en sus enseñanzas. No es de extrañar, por tanto, que en su diálogo con Pedro, en Jn 21,15-17, lo instara a ser como estos pastores y le dijera tres veces “apacienta mis ovejas”, misión que es transmitida a nuestros obispos y presbíteros.
Que el Niño Jesús que nace nos traiga paz, alegría y buenas vibras. Que podamos celebrar en familia. Que haya mucho amor, perdón y felicidad por encontrarnos y abrazarnos. ¡Feliz Navidad y un bendecido año 2025!
En Jesús, María y Pablo,
El Director