El COVID-19, desde el año pasado, nos ha obligado a usar una mascarilla en el rostro, con el fin de protegernos del contagio cuando salimos a la calle e interactuamos con otras personas. Esto ya es universal, porque en todo el mundo se procede de la misma manera. Al parecer, aún tenemos que continuar con esta costumbre, por lo que la posibilidad de celebrar juntos la Pascua se desvanece.
Tengamos presente que tras de la muerte de Cristo los Apóstoles vivieron su Viernes y Sábado Santo de manera muy parecida a la nuestra: encerrados, asustados y con muchas incertidumbres. Pero Cristo transforma su propio miedo y tristeza en profunda alegría cuando resucita y se reúne con ellos. Nosotros debemos esperar lo mismo.
Estamos viviendo tiempos difíciles. La pandemia es un tremendo desafío para la Iglesia y para todos los habitantes del planeta, nuestra casa común. Sin embargo, esta crisis es una oportunidad para comenzar de nuevo. Esta situación requiere nuevas soluciones: “vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2, 22), nuevas formas de vida, nuevas formas de trabajar, nuevos modelos de desarrollo. En Pascua, Cristo resucitado hace “nuevas todas las cosas” (Apoc 21, 5): nos sostiene en nuestra vulnerabilidad, nos guía a través de la oscuridad y nos reconcilia con la fuente de la vida.
Pascua de Resurrección es una oportunidad para que renazcan nuestros valores espirituales, que no solo caracterizan a los cristianos, sino a todas las religiones. Y con esos valores de solidaridad, humildad, justicia y amor al prójimo, fortaleceremos el sentido de comunidad, el nosotros sobre el yo, y estaremos en condiciones no solo de enfrentar con esperanzas esta Pascua con mascarilla, sino de pensar, desde esos valores, en construir el tipo de sociedad que deseamos heredar a las próximas generaciones.
No dejemos de conectarnos con nuestros seres queridos. Llamemos a los adultos mayores y hagámosles sentir que no están solos. Compartamos un saludo virtual con los que están lejos. Si nos toca pasarlo con una pequeña parte de la familia, cocinemos algo rico y preparemos una linda mesa. Si estamos solos, busquemos alegría en el encuentro íntimo y démonos ese gusto que hemos estado postergando.
Nuestro deseo es que en esta Pascua, con mascarilla y dentro de lo posible, todos encuentren en sus hogares un motivo para celebrar, agradecer y, sobre todo, encontrar el lado positivo de esta situación.
En Jesús, María y Pablo,
El Director