Una mujer lleva a un bebé por nueve meses en el vientre y da a luz con dolor. Eso la convierte en madre y, desde ese día, no terminará nunca de serlo, porque el amor de una madre es para siempre, es un amor de entrañas. Cuando una mujer es madre, su corazón se derrite de amor por su bebé.
Amamantar, asear, educar, corregir, enseñar son las labores propias que cumple una mujer cuando tiene un hijo y esto crea un vínculo que no se rompe jamás. Así crece un amor recíproco madre-hijo, porque para una madre no hay hijo malo ni feo y para cualquier ser humano, no hay nada más grande que su madre: “Nadie se atreva a tocar a mi vieja, porque mi vieja es lo más grande que hay”, dice un verso del rockero argentino Pappo, que refleja, perfectamente, lo que todos sentimos por nuestra madre y sabemos, con certeza, que nadie nos amará como ella.
María fue una mujer sencilla, con una tremenda disponibilidad, para aceptar la propuesta de ser la madre de Jesús. Sin hacer muchas preguntas, responde: “Yo soy la esclava del Señor, que se haga lo que dices”. Luego, cuando visita a su prima Isabel, está feliz al proclamar el Magníficat, la más bella oración que puede recitar una mujer.
María es una madre que sufre la angustia cuando el Hijo se pierde en el templo. Es una madre confiada; cuando, en las bodas de Caná les dice a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga”. Es una madre herida en lo más profundo al ver a su Hijo crucificado. Es una mujer obediente cuando Jesús le dice: “Ahí tienes a tu hijo”, refiriéndose a Juan. Luego, es una mujer valiente al reunirse para orar con los Apóstoles y también recibe al Espíritu Santo en Pestecostés. Finalmente, María es asunta al cielo y llega al lado de su amado Hijo para siempre, como tenía que ser.
Con María madre de Dios, honremos a nuestras madres, a nuestras viejas y veamos en ellas, ni más ni menos, que a María madre, porque nuestras madres son el reflejo de ella.
Que María, madre de Dios, y madre nuestra, nos proteja, nos guarde y nos regale la paz durante todo este año.
En Jesús, María y Pablo,
Hno. Luis Barrios Riquelme, ssp