En la isla de Caguach, cada 30 de agosto, es celebrada la fiesta de Jesús Nazareno, que se inicia con una novena y termina con una procesión masiva, a la que acuden fieles chilotes, turistas y público en general.
La imagen es de tamaño natural, de estilo andaluz, compuesta de un tronco central, con cabeza y manos de madera policromada, ojos de cristal, boca entreabierta, una corona de espinas y el rostro cubierto con lágrimas de sangre. El cabello es natural y luce ataviado con túnica y capa de color morado. Carga una Cruz sobre su hombro derecho.
Según relatos, a fines del siglo XVIII los habitantes de Caguach, Alao, Apiao, Tac, Chaulinec y Meulín, viven un constante conflicto. Para remediarlo, el sacerdote franciscano Hilario Martínez lleva la imagen de Jesús Nazareno desde Tenaún, con el fin de organizar una fiesta en conjunto. Los isleños acceden, con excepción de los habitantes de Meulín, quienes se mantienen al margen.
Al no haber acuerdo acerca de cuál isla se quedaría con la imagen, se lleva a cabo una competencia de embarcaciones a remo en que los vencedores se llevarían al Nazareno y el resto asistirían a la fiesta y cooperarían en su realización. Los remeros Caguach ganan y el asunto queda resuelto. Esta carrera se convierte en una tradición que se realiza todos los años, el día 23 de agosto, a la que los lugareños llaman “preba”.
El día previo a la Misa y Procesión, se realiza la ceremonia de las banderas, en que dos grupos de hombres se disponen en hileras, mirándose de frente, e inician movimientos de avance y retroceso agitando banderines y banderolas de colores al ritmo de bombos, guitarras y acordeones.
Esta actividad se interpreta como una escenificación de antiguas riñas entre los habitantes de las islas y como un saludo a los santos en el lenguaje de las banderas utilizado por los marineros.
Una demostración más de la fe de nuestro pueblo, que se identifica con el Jesús sufriente y al que se le pide protección, salud y bienestar.
En Jesús, María y Pablo,
El Director