La Iglesia inicia este mes con la Fiesta de San José obrero, patrono de los trabajadores, celebración litúrgica que es instituida en 1955 por el papa Pío XII. El calendario civil conmemora el Día de los Trabajadores.
El día 3, la liturgia celebra la Exaltación de la Santa Cruz, conmemorando el hallazgo de la “verdadera cruz” (Veracruz) por la emperatriz santa Elena, en el año 326.
Esta fiesta es celebrada en España, El Salvador, México, Colombia, Perú, Venezuela y Trinidad y Tobago, países en los que se le denomina con distintos nombres: La Invención de la Santa Cruz, Santa Cruz de Mayo, Fiesta de las Cruces o Día de la Santa Cruz.
En nuestro país es llamada La Cruz de Mayo y se celebra desde Arica y Parinacota hasta la Región de la Araucanía, con sus variantes folclóricas, bailes chinos y cantos a lo divino.
La celebración comienza, con la ceremonia de “Vestir la cruz”, que consiste en colocar, en una cruz de buen tamaño, unos lienzos que llevan un crucifijo, los elementos de la Pasión y muchas flores. La idea es expresar el sacrificio de Cristo para salvar a la humanidad.
Se concluye con una procesión por las calles del pueblo, entonando un canto: Aquí va la Cruz de Mayo, visitando a sus devotos con un cabito de vela y un cantarito de mosto. La Cruz se detiene frente a las casas, que han sido previamente arregladas con un altar, y se les pide a los moradores una limosna, que puede ser dinero, ropa o comida. Luego de recibirla, se canta: Muchas gracias, su señoría, por la limosna que ha dado, bajarán las tres Marías, por el camino sagrado. Si, por el contrario, no se recibe nada, el canto es de repudio: Esta es la casa de los pinos, donde viven los mezquinos, esta es la casa de los tachos, donde viven los borrachos.
Es otra manifestación de la religiosidad de nuestro pueblo, que junto con revitalizar la identidad y los vínculos comunitarios, ve en la devoción a la Santa Cruz, la Muerte y Resurrección de Cristo.
En Jesús, María y Pablo,
El Director