Hoy nos preparamos a la eucaristía dominical con la reconfortante palabra de la Escritura: “Yo soy la salvación del pueblo, dice el Señor. Cuando me llamen desde el peligro, yo los escucharé y seré para siempre su Señor”.
Por haber sido sordos al llamado vocacional de Dios. Por haber sido exigentes con los otros y blandos con nosotros mismos. Por no haber perdonado con generosidad y prontitud.
La oración nos recuerda hoy que el amor a Dios está indisolublemente unido al del prójimo: es una exigencia de vida plena.
Presentación de las ofrendas
Presentemos con manos limpias nuestras ofrendas al Señor, mientras nos disponemos a recibir sus bienes con amor de hijos.
Comunión
Recordemos que la comunión con Cristo no es ni puede ser algo ocasional, sino un encuentro que transforme toda nuestra vida.
Despedida
Hemos compartido el pan de la palabra y del sacramento: vayamos a compartirlo generosamente con quienes encontraremos hoy y en la semana que comienza.