El fin del año litúrgico, ya cercano, nos invita a estar vigilantes, pues el Señor viene. El cristiano vive a la espera del Señor, llenando su vida de obras buenas. La eucaristía de hoy es una adecuada oportunidad para recordarlo.
Hoy pedimos perdón: por desesperarnos ante la fugacidad de la vida, en vez de asirnos a Dios; por desaprovechar las ocasiones de ayudar a los hermanos; por creernos eternos e instalarnos en el mundo.
Suplicamos al Señor que aparte de nosotros todo lo adverso y todo lo que impide cumplir su voluntad.
Presentación de las ofrendas
Hacemos con alegría nuestra ofrenda del pan y del vino: son dones de Dios para el banquete eucarístico de hoy, y también anticipo del banquete definitivo.
Comunión
La fuerza del Espíritu Santo, que el Padre nos ha comunicado por Jesús, transforma toda nuestra vida.
Despedida
El Señor viene, el Señor viene pronto, el Señor viene siempre: es la buena noticia que debemos anunciar a todos, como fruto de la celebración eucarística.