7º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
La fórmula para vencer el mal
“Ojo por ojo y diente por diente” era una norma para impedir las venganzas del más fuerte sobre el débil. No se podía dar una pena más grande al mal causado… También hoy va preso un ladrón de gallinas, y queda libre el que robó millones porque tiene medios para que no lo juzguen con la regla del “ojo por ojo”. Pero Jesús va mucho más allá. Quiere vencer el mal y ganar al que lo hizo. Es la manera de hacer justicia que utiliza Dios y la que nos enseña en el evangelio.
Así lo hizo él en la cruz y se llevó un ladrón al cielo, y nos abrió el camino a todos nosotros.
La primera regla para vencer es oponerse al mal, pero no al malvado. No devolver mal por mal, porque seguimos acumulando mal en el mundo y en nosotros mismos. El malvado es la primera víctima y mi hermano que debo amar para salvarlo y salvarme. De otro modo, perecemos los dos juntos.
Jesús nos enseña a amar a los pecadores porque odiamos al pecado… Así nadie está lejos de su corazón. Mi antipatía por el pecador es la señal de mi apego al pecado.
Un corazón puro como el de Jesús ama con ternura al pecador… y vence el mal primero en su propio corazón. Pone la otra mejilla, siempre llega a un acuerdo con quien quiere pleito, da a quien le pide, camina con quien le reclama compañía y es solidario con quien no se siente capaz de andar solo por la vida… No juzga a nadie, se deja juzgar por la única ley que jamás se equivoca: el amor.
Esta es la fórmula “mágica” de Jesús para vencer el mal: amar a los enemigos. Eso duele y mucho. El odio es como un cáncer del alma de toda persona, grupo humano o sociedad. Para curar ese tumor que puede matar a cualquier organismo, hay que curar y sanar. El dolor de amar al enemigo es sanador. No existe en la tierra ni en el cielo otro remedio, palabra de Jesús.
Por eso yo les digo: amen a sus enemigos (Mt 5, 44).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Somos un pueblo reunido por la palabra de Dios, en torno a Cristo, por la fuerza del Espíritu Santo. Alabemos la misericordia del Señor.
1ª LECTURA Lev 19, 1-2. 17-18
Guía: La lectura de hoy proclama que el Señor nos quiere “santos”, porque él es santo.
Lectura del libro del Levítico.
El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque Yo, el Señor su Dios, soy santo. No odiarás a tu hermano en tu corazón; deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él. No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 102, 1-4. 8. 10. 12-13
R. El Señor es bondadoso y compasivo.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.
Cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. Como un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles. R.
2ª LECTURA 1Cor 3, 16-23
Guía: Pablo enseña que Cristo es el fundamento de la unidad cristiana.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios. En efecto, dice la Escritura: «Él sorprende a los sabios en su propia astucia», y además: «El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos». En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.
Palabra de Dios.
ALELUIA 1Jn 2, 5
Aleluia. En aquél que cumple la palabra de Cristo, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Aleluia.
EVANGELIO Mt 5, 38-48
Guía: Superando todas las barreras culturales y religiosas, Jesús con su autoridad nos ordena que amenos a nuestros enemigos y oremos por nuestros perseguidores.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente». Pero Yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: La ofrenda de los dones debe traducirse hoy en una voluntad concreta de compartir el pan, especialmente con los más necesitados.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Cristo se nos entrega cordialmente en la comunión. Vivamos de tal forma esta unión que sea una anticipación de la vida definitiva en Dios.
DESPEDIDA
Guía: Nos despedimos de esta celebración con el compromiso de compartir nuestros bienes con todos, a la manera de Jesús clemente y compasivo.