Un aspecto fundamental en nuestra vida de creyentes es vivir confiados en Dios, en su amor providente. La queja de Habacuc (primera lectura) puede ser también nuestra: ante el mal que vemos en el mundo, la presencia de Dios se nos oscurece. En medio de esa experiencia escuchamos la respuesta de Dios: “el justo vivirá por su fidelidad”.
La misma confianza en los planes de Dios nos pide Jesús en el evangelio: no debemos pedirle cuentas o exigirle derechos, sino seguir nuestro camino con humildad y con confianza de hijos. Con el ejemplo del servidor que regresa de su trabajo, quiere subrayar cual es la actitud de sus discípulos ante Dios, que no tiene que ser como la de los fariseos, autosuficientes, que se presentan ante Dios como exigiendo el premio. Sino la humildad de los que, después de haber trabajado, no se dan importancia y son capaces de decir: “somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”. Ante Dios no hemos de presentarnos con una lista de derechos y méritos, sino con humildad y sencillez. Los cristianos hacemos el bien gratuitamente, sin buscar reconocimiento, con amor de hijos y hermanos: “no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.
La fe es un don de Dios que necesariamente ha de traducirse en un modo de vida, es mirar la realidad con los “ojos” de Dios. Vivir así no es fácil para nosotros, por eso al acercarnos a la mesa de la eucaristía repetiremos la sencilla petición de los Apóstoles: “Auméntanos la fe”. Y pediremos que el alimento del Cuerpo y de la Sangre de Jesús nos llene de la fuerza que necesitamos para vivir como siervos confiados en su Señor.
CONALI
La fe que hemos recibido nos hace sentir la llamada de Dios a celebrar con gozo el Domingo, el día del Cristo resucitado. La eucaristía es el momento más importante. Aquí nos encontramos con él y con los hermanos, acogemos su amor salvador, escuchamos su Palabra, nos alimentamos de su Cuerpo y fortalecemos el don de la fe que hemos recibido.
Experimentamos dificultades. A veces podemos quedar desconcertados ante el aparente triunfo del malvado. Pero el justo vive por su fe y sabe que Dios mostrará su justicia.
Lectura de la profecía de Habacuc. ¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que Tú escuches, clamaré hacia ti: «¡Violencia», sin que Tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia. El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará. El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. ¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor!
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta Él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! R.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque Él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que El apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: «No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras». R.
El apóstol escribe a su discípulo Timoteo para impulsar su camino de fidelidad a los trabajos del Evangelio. El camino de la fe es difícil, pero es nuestro gran tesoro.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo. Querido hijo: Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluia. La palabra del Señor permanece para siempre. Ésta es la palabra que les ha sido anunciada: el Evangelio. Aleluia.
También hoy tendríamos que hacer al Señor la misma petición que le hicieron los Apóstoles. Recordémosla. Nos vendrá bien.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo». Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
La primera lectura nos decía que el justo vivirá por su fidelidad (fe), luego hemos escuchado en el evangelio cómo los discí-pulos pidieron a Jesús: auméntanos la fe. ¿Nos preocupamos por hacer crecer en nosotros la confianza en Dios que nos ama? ¿Pedimos a Dios que nos aumente la fe y el amor a él? ¿O son otras cosas las que pedimos?
M. Invoquemos con fe a Dios Padre, que cuida de nosotros y es compasivo y misericordioso.
1.- Por la Iglesia y todos aquellos cristianos que sufren persecución por mantenerse fieles a Jesucristo. Oremos.
R. Señor, auméntanos la fe.
2.- Por aquellos que se desesperan ante las dificultades o las injusticias, y por los que, en tantas ocasiones, adoptamos posturas de indiferencia ante ellos. Oremos. R.
3.- Por las familias que viven unidas en el amor realizando el proyecto de Dios, y también por aquellas que atraviesan momentos de dificultad. Oremos. R.
4.- Por los grupos y movimientos apostólicos que se dedican a la formación cristiana de los laicos, y por los que trabajan para llevar el evangelio a los distintos ambientes. Oremos. R.
5.- Por nosotros que hemos recibido de Dios el don de la fe, y deseamos ser testigos del evangelio en la vida de cada día. Oremos. R.
M. Padre bueno, tú nos conoces y nos amas; concede cuanto te pedimos, y también aquello que más necesitamos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Padre, tú nos has regalado el don de la fe que nos permite caminar con esperanza, por eso te alabamos y bendecimos:
R. ¡Gracias Señor por el don de la fe!
1.- Nos falta fe en tu amor. Pero has arrancado la incredulidad de nuestro corazón, y nos haces vivir por la fidelidad. R.
2.- Cerramos a veces nuestro cora-zón a tu llamado. Pero haces resonar tu voz en lo más íntimo de nuestro corazón, y nos haces vivir por la fidelidad. R.
3.- Somos servidores inútiles, pero a pesar de todo, aceptas nuestro servicio, y nos haces vivir por la fidelidad. R.
M. En tu Hijo Jesucristo, muerto y resucitado, somos tus hijos, por eso nos atrevemos a decir: Padre nuestro…
Juntos cantando la alegría/ Alrede-dor de tu mesa/ El Señor es mi luz y mi salvación/ El Señor es mi pastor/ Santa María del amén.