Ninguna ocasión es mejor que el tiempo pascual para festejar a nuestro buen Pastor. Jesús es el buen pastor, el único que, como rezaremos en la oración colecta, puede conducir a la Iglesia, a pesar de la debilidad del rebaño, hacia los “gozos celestiales”.
La glorificación de Jesús hace posible que esté con nosotros, y así nos transmite el vigor que le hizo vencer la muerte con la fuerza del amor. Lo dice tan bellamente el III prefacio de Pascua, que recomendamos al que precide proclamar: “Inmolado, ya no muere más, muerto, vive para siempre”. Jesús es buen pastor pues ha sido cordero inmolado, y como tal, vivo y radiante, conduce a su pueblo hacia las fuentes de aguas vivas, hacia “las aguas tranquilas que reparan las fuerzas” (Salmo 22).
La Iglesia tiene pastores humanos escogidos por Dios. Los ha habido buenos, y desgraciadamente, también malos. Dios tenga piedad. Pero, ¿cómo discernir quién es verdaderamente un buen pastor? El evangelio nos muestra el principal criterio: El pastor pasa por la puerta. La puerta es imagen de Cristo. Así, entra por la puerta el pastor que entra con Cristo a tu vida. Un pastor que conduce hacia él mismo y no hacia Dios, que no transmita la doctrina de Cristo, es una persona que engaña, es un impostor, ladrón y salteador. Un buen pastor también es el que llama por el propio nombre, es decir, el que se interesa de verdad por sus ovejas, y las mira desde la hondura de su propia identidad, como imagen y semejanza de su creador y no le impone una manera determinada de ser. Un buen pastor es el que da la vida por su rebaño. Quien ama es creíble. Ese es un buen pastor que trae hasta nosotros al Buen Pastor.
Comisión Nacional de Liturgia
Cuando avanzan los días de Pascua, la Iglesia nos invita a reconocer en Jesús el Pastor bueno que conduce a su rebaño. El camino cristiano atraviesa quebradas oscuras, pero por la fortaleza de Cristo, podemos tener la esperanza de llegar a la gloria del cielo, que es nuestro destino.
La vida cristiana supone un dejarse llevar por quien es nuestro Pastor y guardián (Segunda lectura) y en actitud de confianza adulta, descubrir cómo la imagen de Cristo se reproduce en los pastores de la Iglesia. La imagen del rebaño nos lleva a considerar también la importancia de la vida comunitaria. No somos islas. Todos formamos un cuerpo, con Cristo que es la cabeza. Y en continuo movimiento, hasta habitar en la Casa del Señor.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles. El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: “Todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías”. Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”. Pedro les respondió: “Que cada uno se convierta y se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar”. Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa. Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la casa del Señor, por muy largo tiempo. R.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pedro. Queridos hermanos: Si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. Él no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. Él llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron sanados. Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluia. “Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí”, dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Jesús dijo a los fariseos: “Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”. Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: “Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
La imagen de Jesús como buen pastor es una de las primeras representaciones iconográficas de Cristo en el mundo de los primeros cristianos. El retrato de Jesús conduciendo a su pueblo después de haber sido crucificado, es la imagen de Cristo glorioso a quien el Padre ha hecho Señor y Mesías. ¿Qué implica para cada uno y para nuestra comunidad el reconocer la autoridad del Señor?
M. Cristo ha resucitado para interceder por nosotros. Con el impulso del santo Espíritu, confiemos en él, que como Pastor de la Iglesia lleva nuestra oración a oídos del Padre:
1.- Por la Iglesia, por cada uno de sus miembros, para que ovejas y pastores sepamos dejarnos llevar por el cayado de Cristo, buen pastor. Roguemos al Señor.
R. Señor, óyenos.
2.- Por los que tienen responsabilidades públicas, para que recojan las justas aspiraciones de los más necesitados. Roguemos al Señor. R.
3.- Por los que viven en medio del desconcierto, desorientados o confundidos. Roguemos al Señor. R.
4.-Por nuestra parroquia (comunidad, familia, etc.) para que el triunfo de Cristo sobre la muerte, nos lleve a vivir la virtud de la esperanza. Roguemos al Señor. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Escucha Señor, al pueblo que en Cristo escogiste como rebaño. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. A ti, Señor Jesús, que eres para nosotros el Buen Pastor, te alabamos diciendo:
R. Bendito seas, Señor.
1.- Porque eres el Cordero inmaculado, sacrificado por nuestros pecados, que nos adquiriste como rebaño. R.
2.- Porque conoces nuestro propio nombre e identidad. R.
3.- Porque nos regalas pastores, que hacen presente tu compasión. R.
4.- Porque nos invitas a vivir en la unidad de un solo rebaño con un solo pastor. R.
M. Con la confianza de sabernos llevados por Cristo buen pastor, nos atrevemos a decir, tal como Jesús nos enseñó: Padre nuestro…
La misericordia del Señor cada día cantaré/ Después de preparar/ El Señor es mi Pastor/ Reina del cielo.