Motivación de entrada
La palabra de Dios que hoy nos reúne nos cuestiona sobre el problema final del mundo y del hombre. En vez de abandonarnos a la tristeza, hoy nos abandonamos confiados en las manos del Señor. Queremos esperarlo con fe, con confianza y con amor.
Acto penitencial
Hoy pedimos perdón: por desesperarnos muchas veces ante la muerte; por vivir disipados sin pensar en la venida del Señor; por no hacer fructificar los talentos recibidos de Dios.
Lecturas bíblicas
Primera lectura: Daniel 12, 1-3.
Cercanos al final del año litúrgico, el profeta nos recuerda las últimas realidades del hombre: todos los que duermen en la tumba resurgirán: unos para la vida eterna y otros para la condenación eterna.
Segunda lectura: Hebreos 10, 11-14.18.
Jesucristo ofreció por los pecados del hombre un solo sacrificio y luego se sentó a la derecha de Dios para siempre.
Evangelio: Marcos 13, 24-32.
Bien podemos resumir el evangelio de hoy con esta expresión: cuando la angustia del mundo, la nuestra, es más aguda y desesperada, más cerca está la salvación; la nuestra es Cristo.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Con los dones del pan y del vino, dones de Dios y fruto del trabajo humano, renovamos nuestro compromiso de trabajar, con entrega total, en la construcción del Reino.
Comunión
Acompañamos a Jesús que ha venido a nosotros en los signos del pan y del vino, con la reflexión del Salmo: “Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio” (Sal 72).
Despedida
Salgamos de nuestra celebración con una vida renovada y que eso se manifieste en una relación diversa con la gente: acogida, paz, ayuda, especialmente con los más pobres y necesitados.