El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús que, junto a sus discípulos se dirige a Jerusalén. En el camino se presentan tres candidatos para seguirlo sin embargo, cada uno tiene algún “pero” para hacerse discípulo; entonces, el Señor Jesús presenta las exigencias de toda vida cristiana.
Sin medias tintas. El Señor Jesús pide a los que quieren seguir una decisión honda e inmediata, la cual no deja lugar a los “pero”, por muy razonables que parezcan. Incluso, con las exigencias que pone, pareciera que hace lo posible por desanimar y alejar a los que quieren seguirlo.
En realidad, el Señor Jesús busca y espera una decisión personal seria y consistente ante las dificultades y consciente de los compromisos que acarrea: se trata de seguir a Jesús hacia la entrega de su vida en el cumplimiento de su misión. Jesús no busca discípulos atrayéndolos con promesas o ilusiones baratas, al contrario, Jesús pone todas las cartas sobre la mesa y pide una decisión sin medias tintas.
En el seguimiento de Jesús no queda espacio para los “más o menos” a que estamos habituados –no se puede ser “más o menos” cristiano–, ni para los “pero” que buscan justificar la comodidad o falta de entrega, que es lo típico de quien dice “soy católico, pero a mi manera”…
Con decisión firme. Jesús quiere testigos verdaderos, por eso pide una decisión radical que signifique estar dispuesto a pensar, sentir y actuar a la manera de él, y compartir su suerte. Jesús pide disponibilidad para el camino: personas que no están “apernadas” en una forma de vida o en esquemas mentales.
Jesús pide ruptura del pasado, o sea, apertura al cambio, sin nostalgias que paralicen; el Reino de Dios es novedad que nos impulsa al futuro, no al pasado. Jesús pide decisión firme: una opción personal sostenida por la voluntad libre, no por rutinas o inercias.
CONALI
En este domingo la Palabra del Señor nos invita a renovar nuestra respuesta de fe al Señor Jesús como una respuesta firme que brote de nuestra libertad y nos haga crecer en ella. Nuestra asamblea reunida para esta celebración es una comunidad nacida de la libertad, y para ser testigos en el mundo de la libertad que nos regala el amor de Dios. Vivamos nuestra celebración acogiendo el don de Dios que quiere hacernos plenamente libres.
El profeta Elías, guiado por el Señor, busca y llama a su discípulo Eliseo, en lo que será el anuncio del llamado que Jesús hace a sus discípulos.
Lectura del primer libro de los Reyes. El Señor dijo a Elías: «A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti». Elías partió y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: «Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré». Elías le respondió: «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?» Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. Señor, Tú eres la parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien». El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.
El Apóstol Pablo nos recuerda que el llamado fundamental es el don de la libertad de los hijos de Dios, nuestra respuesta al don es nuestro aprendizaje de ser hombres y mujeres que viven en esa libertad.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia. Hermanos: Ésta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud. Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor. Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los otros. Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluya. Habla, Señor, porque tu servidor escucha; Tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya
La Buena Noticia que nos transmite san Lucas es que somos llamados a dar una respuesta personal y libre al Señor Jesús.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero El se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!» Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
¿Cómo le agradezco al Señor Jesús el don de la fe y el llamado a ser discípulo suyo? ¿Uso algún tipo de excusa o pretexto para no responder a lo que el Señor me va pidiendo en la vida?, ¿qué paso de conversión tengo que dar para responder de verdad y libremente? Pide al Señor Jesús la gracia de ser un discípulo fiel, uno que pone la mano en el arado y no mira hacia atrás.
M. Con la confianza que nos regala el Padre que nos hace sus hijos, presentemos nuestra oración.
1.- Por la Iglesia, para que se renueve siempre según el Señor y sea un espacio para vivir la libertad de los hijos de Dios. Roguemos al Señor. R.
R. Escúchanos, Señor, te rogamos.
2.- Por el papa Francisco, y por todos los pastores y ministros de la Iglesia, para que puedan ser un signo de la libertad que estamos llamados a vivir. R.
3.- Por todos los que tienen autoridad en nuestro país, para que busquen siempre el respeto a la libertad religiosa. R.
4.- Por todos los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, por los enfermos y los que padecen injusticias, para que sientan cercano el consuelo del Señor y la solidaridad de los cristianos. R.
5.- Por nuestra comunidad de N., para que seamos cada vez más una comunidad de hombres y mujeres que crecen en la libertad de los hijos de Dios y la anuncian a los demás. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Padre, sé generoso con tu pueblo que te suplica, y haz que reciba oportunamente lo que te pide por tu inspiración. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Padre, en el Señor Jesús nos haces hijos tuyos y nos regalas la libertad de los hijos de Dios. Nos quieres libres para que florezca en nuestra vida una respuesta de amor a tus dones, por eso te alabamos diciendo:
R. ¡Bendito seas, Padre, que nos haces hijos tuyos!
1.- Porque nos muestras tu amor del Padre por cada uno de sus hijos. R.
2.- Porque nos llamas a ser discípulos del Señor Jesús con una respuesta libre y firme. R.
3.- Porque nos pones como tus testigos en nuestro mundo a través de la respuesta libre de nuestra fe. R.
M. Padre bueno, en el Señor Jesús nos haces hijos tuyos, por eso podemos decirte con confianza la oración de los hijos, la oración que nos hace hermanos: Padre nuestro…
En ti, Señor/ Tomad Señor y recibid/ No fijéis los ojos/ Nuestra Señora de América.