17º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 1ª del Salterio.
La opción por el Reino
Las parábolas que nos presenta Jesús son la conclusión del discurso sobre el misterio del Reino. Tanto la parábola del tesoro escondido como la perla de gran valor muestran la actitud de alguien que encuentra “algo” de una cuantía incalculable. No es que se quiera comparar el Reino con el tesoro, sino que quiere resaltar el estado de ánimo de quien encuentra ese tesoro. ¿Cómo reacciona quién descubre que solo el amor es capaz de provocar algún cambio en su vida? Hay una emoción de alegría y liberación por haber descubierto, en ese tesoro, las obras que hizo Jesús. No se trata de renunciar a todo para alcanzarlo, sino que en la medida que se descubre, vamos configurándonos en personas más desprendidas, abiertas y libres para amar.
En este sentido, los padres de familia tienen la gran responsabilidad de educar a sus hijos en las cuestiones religiosas, ya que, son ellos sus principales educadores en la fe. Y es que en la práctica de la justicia del Reino se necesita de la sabiduría divina y todos la requieren: sacerdotes, médicos, operadores y, sobre todo, los que se desempeñan en actividades al servicio de la comunidad. Así, constatamos cómo la sabiduría nos ayuda a conducirnos, a ser hombres y mujeres de Dios.
En una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces, es Dios quien lanza la red y es él quien decide la elección. En la sociedad de hoy conviven peces buenos y malos. Por tanto, Jesús nos quiere revelar a los creyentes cuál será la suerte de quienes perseveren en el discernimiento y la opción definitiva por el Reino. Lo importante es comprender qué implica; primero, que las obras de Jesús sean conocidas por todos y los evangelios así lo describen: Cómo amó, perdonó, sanó, escuchó y se hizo el más pequeño de todos; segundo, las obras de Jesús se prolongan en el tiempo y los que creen en él son los continuadores de lo que él dijo e hizo. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman. Pedir su sabiduría nunca nos vendrá mal. Sobre todo cuando reconocemos que todo lo bueno que nos pase viene de él.
“Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos”, Jn 20, 21.
P. Fredy Peña T., ssp
1ª LECTURA 1Rey 3, 5. 7-12
Lectura del primer libro de los Reyes.
El Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Y le dijo: “Pídeme lo que quieras”. Salomón respondió: “Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?”. Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y le dijo: “Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, Yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti”. Palabra de Dios.
Comentario: Sin duda, que la sabiduría de Salomón se manifestó en el modo de administrar su reino y en la planificación de su política exterior; pero también, en su sintonía con Dios. Su oración constante le permitió aplicar un buen criterio para juzgar las cosas, discernir entre el bien y el mal; es decir, pidió a Dios inteligencia para saber gobernar.
SALMO Sal 118, 57. 72. 76-77. 127-130
R. ¡Cuánto amo tu ley, Señor!
El Señor es mi herencia: yo he decidido cumplir tus palabras. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata. R.
Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste. Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré, porque tu ley es toda mi alegría. R.
Yo amo tus mandamientos y los prefiero al oro más fino. Por eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso. R.
Tus prescripciones son admirables: por eso las observo. La explicación de tu palabra ilumina y da inteligencia al ignorante. R.
2ª LECTURA Rom 8, 28-30
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Palabra de Dios.
Comentario: El Apóstol no habla de “predestinación” como si se refiriera a “nosotros”, sino que el acento está puesto en la iniciativa divina de salvación, que es universal. Por eso, muchas veces no podemos ver en el momento cuál es la “voluntad” o el “bien” que Dios espera de una situación. Sin embargo él, misteriosamente, en su providencia, sabrá encaminar cada episodio de nuestra historia hacia nuestra salvación.
ALELUIA Cfr. Mt 11, 25
Aleluia. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluia.
EVANGELIO Mt 13, 44-52
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. “¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron. Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”. Palabra del Señor.
Comentario: Ambas parábolas sobrevaloran el Reino de Dios, ¡Tanto!, que todo carece de importancia en comparación con este tesoro. Todo palidece cuando ha sido descubierto en plenitud. Nada puede compararse con él: la Buena Nueva fascina al hombre que la descubre. Así, Jesús se muestra como el maestro sabio, que sabe proponer cosas viejas y cosas nuevas, como también el que sabe apreciar la riqueza de la tradición recibida y estar abierto a los nuevos signos de los tiempos.