“¿Se olvida una madre de su criatura?”, pregunta hoy el profeta (Primera lectura). ¡No! Y aunque lo hiciese, Dios nunca se olvida de sus hijos e hijas. Jesús lo refrenda en el evangelio de hoy: “No se inquieten por su vida”.
¡Qué bien nos puede hacer esta Palabra de Dios a fines de verano! Marzo es el mes de las preocupaciones, sobre todo de las económicas: matrículas, uniformes, cuotas, libros… Todo parece girar en torno a precios y a nuestra capacidad adquisitiva. ¡Todo parece tener precio…!
En este domingo Dios nos recuerda que a los pájaros nada les falta, porque él se lo da. Que la vida vale más que el alimento y el vestido. Que los lirios del campo visten mejor que los reyes sin preocuparse de hilar ni de coser. Que es él quien se ocupa de que ninguna de sus criaturas pase hambre, frío o necesidad. Que lo primero es el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás nos será regalado.
¿Un llamado de Dios a una despreocupación irresponsable, a renunciar a ser previsores en lo material? No: un llamado a poner la confianza donde está la verdadera certeza, y no en los bienes materiales, que se nos pueden transformar en ídolos y terminar sustituyendo a Dios en el corazón creyente. Un llamado a confiar en la providencia y en la primacía de Dios en la vida de los cristianos. Un llamado a poner lo primero en primer lugar y lo demás después: primero, Dios; luego yo.
Nada ni nadie debería sustituir al Reino y su justicia en el corazón creyente. Obrar así no significa renunciar a la libre colaboración en la edificación del Reinado de Dios que Jesús hizo irrumpir en su venida histórica. Tampoco significa poner en duda la autonomía de lo temporal. Significa, simplemente, poner las cosas en su justo orden. La fe nos lo dice, la Palabra de hoy nos lo refrenda.
Comisión Nacional de Liturgia
Comienza por estos días la vorágine del inicio de clases. Como comunidad, nos reunimos en el día del Señor para abandonar en él todo lo que nos inquieta y recibir su Palabra con un corazón abierto y disponible. Iniciemos nuestra eucaristía cantando con alegría.
La breve lectura de Isaías que escucharemos, nos recuerda con una imagen muy humana una característica esencial de nuestro Dios. Escuchemos con atención.
Lectura del libro de Isaías. Sión decía: «El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí». ¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. Sólo en Dios descansa mi alma.
Sólo en Dios descansa mi alma, de Él me viene la salvación. Sólo Él es mi Roca salvadora; Él es mi baluarte: nunca vacilaré. R.
Mi salvación y mi gloria están en Dios: Él es mi Roca firme, en Dios está mi refugio. R.
Confíen en Dios constantemente, ustedes, que son su pueblo, desahoguen en Él su corazón, porque Dios es nuestro refugio. R.
San Pablo, en la segunda lectura, reflexiona sobre el juicio de Dios y de los hombres. Es Dios quien conoce el fondo del corazón de cada una de sus criaturas.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto. Hermanos: Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel. En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor. Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluia. La Palabra de Dios es viva y eficaz; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluia.
El evangelio de hoy nos hace un claro llamado a relativizar el apego a los bienes materiales a favor de la confianza en Dios y su providencia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?» Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
¿Me angustio por las cosas materiales? ¿Me cuesta poner la confianza en Dios, en sus promesas, en su providencia, en su misericordia? ¿Cómo equilibrar bien en mi vida la responsabilidad con el abandono? ¿Pongo esto en mi oración cotidiana?
M. Presentemos al Señor, que se acuerda siempre de quienes confían en él, nuestras peticiones y súplicas.
1.- Por la Iglesia, presente en toda la Tierra, para que busque siempre el Reino de Dios y su justicia en todas sus acciones. Oremos.
R. Señor, en ti confiamos.
2.- Por el papa N., y los obispos de Chile, para que como buenos pastores, nos enseñen a poner a Jesucristo y su evangelio en el centro de nuestra vida. Oremos. R.
3.- Por este año escolar, para que los niños y jóvenes crezcan en conocimiento y en sabiduría, y los profesores y maestros sean testigos de los valores del Reino. Oremos. R.
4.- Por todos los pobres y marginados de los bienes de la sociedad, para que gracias al común empeño puedan vivir con la dignidad que merecen los hijos de Dios. Oremos. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Todo esto te lo pedimos a ti, Señor, a quien pertenecen el poder, el honor y la gloria, por los siglos de los siglos.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Señor, hoy queremos renovar nuestra confianza en ti, para responder a tu Palabra y recibir tu Cuerpo. Te aclamamos con fe.
R. Padre Dios, en ti confiamos.
1.- Te confiamos nuestra vida, nuestras familias, nuestro trabajo y este año escolar que comienza. Que nunca falte tu presencia en nuestros hogares. R.
2.- Te confiamos nuestras tristezas, enfermedades y sufrimientos. Que tu fuerza salvadora nos asista siempre. R.
3.- Te confiamos nuestra comunidad, nuestros proyectos y nuestros jóvenes. Que seamos testigos del Reino y constructores de un Chile más justo y fraterno. R.
M. Señor, que nunca nos falte el pan material ni el pan que es el Cuerpo de tu Hijo. Te invocamos con la oración que él nos dejó: Padre nuestro…
Dios trino/ En tu altar, Señor/ Cristo está conmigo/ El Señor nos ha amado/ María de Nazaret.