El evangelio nos cuenta que Jesús “oraba a solas” (Lc 9, 18), se apartaba en el silencio para encontrarse con el Padre. Jesús ha querido que también nosotros tengamos esa intimidad con Dios y lo llamemos “Padre”. El mismo Espíritu Santo clama en nuestros corazones llamándolo de esa manera (Gál 4, 6; Rom 8, 15). Creemos entonces que, por la obra y el impulso del Espíritu Santo, nosotros nos unimos a Jesús, y junto con él podemos clamar llenos de gozo y de confianza: “¡Padre!”.
Orar significa abrirse a Dios. No podemos vivir cerrados en nosotros mismos o en las cosas y afanes de este mundo. Debemos contar también con Dios, escuchar su Palabra, dirigirle nuestra alabanza y nuestra súplica, con confianza de hijos. La oración es algo más que recitar una fórmula o acercarnos a Dios con un interés “comercial” para obtener sus favores. Es sobre todo, una convicción profunda de que él es nuestro Padre y que quiere nuestro bien más que nosotros mismos.
El evangelio de este domingo insiste en la confianza que debemos tener con Dios. Si uno consigue del amigo, aunque sea a una hora inoportuna, lo que pide; si un hijo puede esperar que su padre le dé lo mejor, si Abraham logra que Dios lo escuche: cuánto más nosotros, que por Cristo hemos sido hechos hijos en la familia de Dios, podemos dirigirnos con confianza a nuestro Padre.
Los Apóstoles pidieron a Jesús “Señor, enséñanos a orar”. Nosotros también hemos de repetir esta plegaria, pues orar es en primer lugar un don de Dios, no es fruto de “técnicas” o del esfuerzo humano. Pidámoslo en esta eucaristía, que nuestra oración no sea una obligación pesada, sino el respirar alegre de nuestra vida creyente.
CONALI
Como cada domingo nos reunimos, como Iglesia, y Pueblo de Dios, para celebrar a Jesús resucitado. Diferentes unos de otros, compartimos la misma fe, la esperanza y la confianza en el Padre Dios que nos escucha y nos muestra su amor. Con el gozo de sentirnos unidos como hermanos, celebremos la eucaristía, escuchemos la Palabra de Dios, oremos juntos.
Escuchemos en la primera lectura un texto lleno de humanidad y delicadeza. Abraham, el hombre de fe y esperanza, el amigo de Dios, intercede ante él para se compadezca de Sodoma y Gomorra.
Lectura del libro del Génesis. El Señor dijo: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, qué debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré”. Entonces Abraham se le acercó y le dijo: “¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y Tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?” El Señor respondió: “Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”. Entonces Abraham dijo: “Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?” “No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco”, respondió el Señor. Pero Abraham volvió a insistir: “Quizá no sean más de cuarenta”. Y el Señor respondió: “No lo haré por amor a esos cuarenta”. “Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta”. Y el Señor respondió: “No lo haré si encuentro allí a esos treinta”. Abraham insistió: “Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte”. “No la destruiré en atención a esos veinte”, declaró el Señor. “Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez”. “En atención a esos diez, respondió, no la destruiré”.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. ¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque has oído las palabras de mi boca, te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo. R.
Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma. R.
El Señor está en las alturas, pero se fija en el humilde y reconoce al orgulloso desde lejos. Si camino entre peligros, me conservas la vida. R.
Tu derecha me salva. El Señor lo hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos! R.
La lectura que escucharemos es un gozoso anuncio de salvación, nuestra vida ha sido renovada gracias a Jesucristo.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas. Hermanos: En el bautismo, ustedes fueron sepultados con Cristo, y con Él resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con Él, perdonando todas nuestras faltas. Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluya. Han recibido el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios «¡Abbá!», es decir, Padre. Aleluya.
Jesús nos enseña a dirigirnos a Dios con la confianza de un hijo que le habla a su Padre. Acojamos con alegría la proclamación del evangelio.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”. Jesús agregó: “Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: «Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle», y desde adentro él le responde: «No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos». Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
El modo de orar de Jesús impresiona a los discípulos. Sentían ganas de orar como él: “Señor, enséñanos a orar como lo haces tú”. ¿Me doy el tiempo para orar, para estar con el Señor? ¿Nutro mi oración con la palabra y el ejemplo de Jesús? ¿Qué experimento al rezar el Padre nuestro, descubro lo maravilloso que es llamar a Dios Padre?
M. La Palabra de Dios nos ha hablado hoy del valor de la oración. Con la insistencia de Abraham, siguiendo la enseñanza y el ejemplo de Jesús, dirijamos al Padre nuestra oración.
R. ¡Padre Escúchanos!
1.- Por la Iglesia; para que cada uno de sus miembros sintamos con fe viva que Dios es nuestro Padre. R.
2.- Por los pastores de nuestras comunidades, especialmente por el papa Francisco, por nuestro obispo N… y por nuestro párroco N… R.
3.- Por los que sufren necesidades materiales o espirituales, especialmente por aquellos a quienes les resulta difícil perdonar. R.
4.- Por aquellos cristianos, monjes y monjas, que en los monasterios dedican su vida a la oración, a la contemplación y al trabajo. R.
5.- Por nuestra comunidad; para que sintamos que Dios es nuestro Padre y nos dirijamos frecuentemente a él en diálogo confiado. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Escucha Padre nuestra oración, te la presentamos como tus hijos, confiados en tu misericordia y amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Al Padre no sólo dirigimos nuestra súplica, también, y sobre todo nuestra alabanza, de modo especial porque podemos llamarlo con toda confianza Padre.
R. Gracias Padre porque nos escuchas como tus hijos.
1.- Bendito seas Padre, porque escuchas con amor nuestras súplicas. R.
2.- Bendito seas Padre, por tu amor y fidelidad, porque nos das mucho más de lo que esperamos y merecemos. R.
3.- Bendito seas Padre, porque te fijas en el humilde y cuidas de él con la ternura y amor de un buen Padre. R.
M. Como Jesús, tú Hijo muy querido, también, por adopción, nosotros somos hijos e hijas tuyos. Esa misma adopción nos permite decirte hoy, una vez más: Padre nuestro…
Que alegría cuando me dijeron/ Alegre la mañana/ Alrededor de tu mesa/ Padre nuestro recibid/ A las fuentes de agua viva/ Gustad y ved/ La Oración (te suplicamos Señor)/ Anunciaremos tu Reino.