Domingo 8º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 4ª del Salterio.
Que no nos roben la vida
Jesús dice varias veces: “No se inquieten”, por el dinero, la comida o el vestido: Cuando las preocupaciones por lo material nos roban la alegría de vivir, la capacidad de compartir con la familia y los amigos, y rompen nuestra relación con Dios, es señal de que estamos perdiendo la vida.
Hay personas que hacen vacaciones, tampoco domingos ni feriados… Consideran su dedicación una virtud para imitar… Tampoco disponen de tiempo para visitar a parientes y amigos enfermos, participar en la comunidad o instituciones ciudadanas… No se dan cuenta de que les están robando la vida.
Las razones para no inquietarse el Señor las busca en nuestro Padre, que jamás se olvida de nosotros, aunque nosotros lo olvidemos. Si calculamos las horas o los días que consagramos a Dios y cuánto tiempo dedicamos a las preocupaciones por lo material, descubriremos donde está nuestro corazón.
El Señor, sabe que tenemos que trabajar varias horas por día y preocuparnos por la familia… También dice que el Padre trabaja siempre. No hay ninguna condena al trabajo y a las preocupaciones, pero sí al vivir desconfiando de Dios o pensando que todo lo solucionamos solos y con dinero. Hasta el más rico pasa a la eternidad desnudo como nació. Tampoco se lleva las preocupaciones, porque el único tesoro que atraviesa las puertas de la eternidad es el amor con el que hemos vivido.
La lucha por la vida y la competencia que impone nuestra cultura nos hacen olvidar que nadie es dueño de nada, por más escrituras de propiedad que pueda acumular. Todos somos simples administradores temporales de algo que el Creador puso a nuestra disposición para que sabiamente cuidemos y respetemos: salud, casa, naturaleza, nuestra misma persona y el prójimo. No nos inquietemos, todo pertenece a nuestro Padre del cielo que no se olvida de nosotros.
“Por eso les digo: No se inquieten por su vida”, Mt, 6, 25.
P. Aderico Dolzani, ssp.
1ª LECTURA Is 49, 14-15
Lectura del libro de Isaías.
Sión decía: “El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí”. ¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré! Palabra de Dios.
Comentario: Este texto es el más citado cuando se quiere mostrar el amor materno de Dios. Pero, hará falta mucho tiempo e intervenciones proféticas para que los cristianos se sientan a gusto con símbolos y expresiones de una Divinidad Madre.
SALMO Sal 61, 2-3. 6-9
R. Sólo en Dios descansa mi alma.
Sólo en Dios descansa mi alma, de él me viene la salvación. Sólo él es mi Roca salvadora; él es mi baluarte: nunca vacilaré. R.
Mi salvación y mi gloria están en Dios: Él es mi Roca firme, en dios está mi refugio. R.
Confíen en Dios constantemente, ustedes, que son su pueblo, desahoguen en él su corazón, porque Dios es nuestro refugio. R.
2ª LECTURA 1Cor 4, 1-5
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel. En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor. Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces, cada uno recibirá de dios la alabanza que le corresponda. Palabra de Dios.
Comentario: La comunidad hace bien en pedir cuentas, pero el Apóstol no trabaja con el fin de obtener un certificado de buen comportamiento: busca solo la verdad y la justicia de Dios.
ALELUIA Heb 4, 12
Aleluia. La Palabra de Dios es viva y eficaz; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluia.
EVANGELIO Mt 6, 24-34
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?”. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción. Palabra del Señor.
Comentario: Servir al dinero es contar con él para pasarlo bien en el presente y para asegurar el bienestar, pero, en realidad, todo depende, a cada instante de Dios. Si no tenemos vida, salud y amor, el dinero no soluciona nada.