“Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Un anónimo personaje se acercó a Jesús con esa acuciante pregunta. A ese le interesaba saber si eran pocos o muchos, o sea, le interesaban los números. Hoy día también interesan los números. Todo se cuenta. Se cuenta cuántos somos, cuántos van al colegio, cuántos tienen vivienda propia, cuantos acceden a esto o a esto otro.
Sin duda que es importante saber contar. Nadie lo puede poner en duda. Pero a Jesús más le interesa otra cosa: le interesas tú. Por eso no responde cuántos son los que se salvan. Pero te dice que trates de entrar a la salvación aunque la puerta parezca estrecha. Tampoco le interesa mucho que pienses en el futuro. A él le interesa que ahora te decidas por él. Lo importante está en el presente.
Lo hermoso de todo esto es que en el futuro nos vamos a sorprender. “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios” (evangelio). No podemos, por lo tanto, tratar con nuestros cálculos de limitar la infinita creatividad de Dios que hará todo lo posible para que “todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (san Pablo). No podemos tampoco, postergar al futuro una decisión que debemos tomar ahora.
A los que presumen de que serán salvados les convendrá revisar si caben por la puerta estrecha. Y actuar ahora. Y a los que desesperan porque creen que no tienen esperanza de ser acogidos por Dios les convendrá recordar que el Señor es capaz de atraer incluso a los que están más lejos.
Así las cosas, dejémonos de sacar cuentas y dispongámonos a seguir a Jesús de verdad.
CONALI
Hemos sido convocados por el Señor a participar en esta celebración. En ella, Cristo mismo se hace presente con todo el poder de su amor. Estemos atentos para participar en el sacrificio de Cristo que se ofrece por entero a su Padre Dios para salvación de la humanidad.
Isaías nos refiere la vocación salvadora de Dios. ¿A cuántos quiere salvar? ¿Hay algún límite en el deseo de Dios? Escuchemos la profecía.
Lectura del libro de Isaías. Así habla el Señor: Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria. Yo les, daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones extranjeras, a las costas lejanas que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria. Y ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Ellos traerán a todos los hermanos de ustedes, como una ofrenda al Señor, hasta mi Montaña santa de Jerusalén. Los traerán en caballos, carros y literas, a lomo de mulas y en dromedarios –dice el Señor– como los israelitas llevan la ofrenda a la Casa del Señor en un recipiente puro. Y también de entre ellos tomaré sacerdotes y levitas, dice el Señor.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio.
¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo, todos los pueblos! R.
Es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. R.
La pedagogía de Dios hace uso de la corrección para hacernos madurar. ¿Qué actitud debo tener cuando el Señor me corrige? Escuchemos la enseñanza del Apóstol.
Lectura de la carta a los Hebreos. Hermanos: Ustedes se han olvidado de la exhortación que Dios les dirige como a hijos suyos: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, y cuando te reprenda, no te desalientes. Porque el Señor corrige al que ama y castiga a todo aquél que recibe por hijo. Si ustedes tienen que sufrir es para su corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no sea corregido por su padre? Es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella. Por eso, «que recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean. Y ustedes, avancen por un camino llano», para que el rengo no caiga, sino que se sane.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluya. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí», dice el Señor. Aleluya.
El ofrecimiento del Señor no conoce los límites. Quiere que todos se salven. Escuchemos la Buena Noticia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, des de afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Y él les responderá: “No sé de dónde son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero él les dirá:
“No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!” Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Hay veces que podemos dudar si acaso el mensaje de Jesús vale para todos. La liturgia de la Palabra nos habla de una salvación plena para toda clase de personas. Nadie puede excluirse; menos excluir a otros, sea por la razón que sea. El Señor nos está corrigiendo para ampliar nuestra mirada. .
M. Invoquemos a Dios, que en Cristo su Hijo está atento a todas nuestras necesidades. A cada invocación respondemos:
R. Escucha, Señor.
1.- Pidamos al Señor por la Iglesia, por el papa Francisco y nuestro obispo, N., para que la fuerza del Espíritu los anime a enseñarnos a tener un corazón abierto para entregar el mensaje de Jesús a todos, sin excepción. R.
2.- Pidamos al Señor por los gobernantes, para que busquen servir a los demás con un auténtico espíritu de servicio, sin anteponer presiones o ideologías que atenten contra la justicia. R.
3.- Pidamos al Señor por los más necesitados; para que experimenten la fortaleza que brota del Espíritu Santo y se dejen encontrar por los cristianos y personas de buena voluntad que estén dispuestos a ayudarles. R.
4.- Pidamos al Señor por nuestra comunidad; por sus jóvenes y ancianos, por sus familias y amigos, para que como María, estemos siempre atentos a la necesidad de salvación de toda persona humana. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Escucha, oh Dios, la oración de tu Pueblo, que ora en el Espíritu, por Cristo nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. A ti, Señor Dios todopoderoso, que has abierto tu Reino a todos los hombres, para lo cual has enviado a Jesús, tu eterno Hijo, te alabamos diciendo:
R. Te bendecimos, Señor.
1.- Te bendecimos porque nos has llamado a la salvación, formando parte de tu Iglesia, a la que amas y asistes con la fuerza de tu Espíritu. R.
2.- Te bendecimos porque no per-mites que desfallezcamos en la búsqueda de tu Reino; porque nos regalas una multitud de hermanos, los santos, que interceden por nosotros en nuestro caminar. R.
3.- Te bendecimos porque al corre-girnos expresas tu misericordia. R.
M. Porque te alegras de tenernos como hijos, con la fuerza que nos da el Espíritu que hemos recibido en el bautismo, nos atrevemos a decir: Padre nuestro…
Vienen con alegría/ Como brotes de olivo/ En tu altar, Señor/ Santa María del amén.