Motivación de entrada
La liturgia eucarística dominical debe ser para nosotros, cristianos, un momento fuerte en el cual juntos alabamos al Señor, juntos escuchamos su palabra, juntos ofrecemos el sacrificio redentor, juntos participamos en el banquete del amor fraterno.
Acto penitencial
Pedimos perdón por nuestra poca solidaridad; por haber desconocido la presencia de Cristo en los hermanos; por haber sido cristianos “domingueros” y no de todos los días.
Lecturas bíblicas
Primera lectura: Jeremías 20, 7-9.
Nadie, tal vez, como Jeremías ha sentido el peso de la vocación profética y lo difícil que es anunciar la palabra salvadora. Pero ella lo devora como un fuego abrasador.
Segunda lectura: Romanos 12, 1-2.
Pablo exhorta a los cristianos a ofrecer sus cuerpos en sacrificio agradable a Dios. Es una fuerte llamada a la fidelidad cotidiana, a la voluntad de Dios.
Evangelio: Mateo 16, 21-27.
A Pedro, que no entiende por qué Jesús debe ir a Jerusalén a padecer y morir, éste lo reprende duramente y le aclara que tomar la cruz es el único camino para ser verdadero discípulo.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Los humildes dones del pan y del vino se hacen eucaristía por la fuerza del Espíritu, motivo para dejarnos transformar por el Señor en pan y vino de fraternidad.
Comunión
La comunión con Cristo debe reflejarse en una vida de servicio a los hermanos, hecho con amor. Preguntémonos cómo lo haría Cristo ahora y aquí.
Despedida
Todo en la liturgia de hoy ha sido un llamado al amor del Señor. Mostremos a la gente que en nosotros no es algo ocasional, dominical, sino un compromiso permanente.