Al escuchar la primera lectura, el salmo y el evangelio de este domingo, parecen conducirnos a considerar la virtud de la hospitalidad. Así escuchamos que Abraham acoge a los tres viajeros; Marta y María acogen a Jesús.
Si en nuestra vida prima el individualismo, la desconfianza, la prepotencia, la falta de comunicación amable, ciertamente nos viene bien que, a partir de la Palabra de Dios, procuremos cultivar un corazón acogedor con todos, tanto si son conocidos como si no lo son.
Cultivar una hospitalidad desde la fe: Abraham “ve” a Dios en los mismos huéspedes, Marta y María recibirán toda clase de bendiciones al hospedar en su casa al Mesías. Ver en los demás a Dios, o a Cristo, es una exigencia de nuestra fe cristiana.
Pero en el evangelio de este domingo Lucas pretende transmitirnos algo más. A la queja de Marta porque su hermana no le ayuda, Jesús responde: Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. Jesús no desautoriza la acción, recordemos que el domingo pasado nos presentó la acción del buen samaritano. Para Jesús no hay oposición entre acción y contemplación: pero todo debe tener su raíz profunda en la escucha atenta de la Palabra de Dios. La contraposición de Marta y María no es a nivel de vida activa y vida contemplativa, sino a nivel de escucha o no escucha de la Palabra.
La Palabra proclamada, escuchada y acogida en esta eucaristía, es ya el primer encuentro con Cristo realmente presente en su Palabra y en la comunidad reunida, por eso hemos de darle la importancia que se le debe, por ejemplo siendo puntuales al inicio de la eucaristía, para no perdernos escucharla con oído atento y corazón generoso.
CONALI
Cada domingo los cristianos nos reu-nimos para celebrar la resurrección de Cristo, no como un acontecimiento del pasado, sino como la presencia viva del resucitado, que nos ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Participemos en la eucaristía dominical con la viva conciencia de haber sido convocados por el Señor que nos acoge en su casa, nos dirige su Palabra y nos alimenta con su Cuerpo.
Escucharemos ahora una historia del Antiguo Testamento que nos muestra el espíritu acogedor y hospitalario que practicaba Abraham. Recibiendo a unos caminantes en su tienda, acoge al propio Dios.
Lectura del libro del Génesis. El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Manré, mientras él estaba senta-do a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo, diciendo: “Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!” Ellos respondieron: “Está bien. Puedes hacer lo que dijiste”. Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: “¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas”. Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara, tu mujer?” “Ahí en la carpa”, les respondió. Entonces uno de ellos le dijo: “Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo”.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. Señor, ¿quién entrará en tu Casa?
El que procede rectamente y practica la justicia; el que dice la verdad de corazón y no calumnia con su lengua. R.
El que no hace mal a su prójimo ni agravia a su vecino, el que no estima a quien Dios reprueba y honra a los que temen al Señor. R.
El que no se retracta de lo que juró aunque salga perjudicado. El que no presta su dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que procede así, nunca vacilará. R.
El apóstol Pablo nos hablará con alegría de su misión al servicio del evangelio. Es una tarea que produce dificultades y sufrimientos, pero que es inmensamente valiosa.
De la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas. Hermanos: Me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque, de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluya. Felices los que guardan la Palabra de Dios con un corazón bien dispuesto, y dan fruto gracias a su constancia. Aleluya.
Acoger a Jesús, escuchándolo con atención y generosidad es el comienzo de la vida de todo creyente.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Nos dicen los obispos de Chile: “Deseamos escuchar con oídos nuevos la Palabra de Dios y creer en ella, viviendo y transmitiendo, en el nombre de Jesús, un proyecto atractivo pero exigente, que fundamente esperanzas y humanice” (Carta Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile). ¿Leo y medito la Palabra de Dios? ¿Procuro formarme adecuadamente para comprenderla mejor? ¿Orienta mi vida, mis decisiones?
M. Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, para que escuche las súplicas de los que se reúnen en su nombre.
1.- Por la santa Iglesia: para que presente ante el mundo el rostro acogedor del Padre para con los pobres, los que sufren, los que dudan, los que se equivocan. Roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor, te rogamos.
2.- Por los gobernantes: para que su mandato lo ejerzan como servicio a todos, especialmente a los más desfavorecidos. R.
3.- Por las familias: para que sean escuela de respeto, acogida y crecimiento en todos los verdaderos valores. R.
4.- Por los emigrantes, por todos los que se han visto obligados a abandonar sus pueblos: para que sean acogidos con respeto y cariño. R.
5.- Por todos los que celebramos esta eucaristía: para que no descuidemos ni la escucha de la Palabra del Señor ni la acogida y el servicio a los hermanos. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Padre de Misericordia, escucha nuestras plegarias y derrama tu amor sobre toda la humanidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Con fe y gratitud alabemos a Dios:
R. ¡Bendito seas por siempre Señor!
1.- Por Abraham y por Sara, que te dieron la hospitalidad y por María, que te dio la hospitalidad en su corazón. Te bendecimos. R.
2.- Por Marta que se preocupaba mucho a tu servicio y por María que te miraba simplemente con ojos de amor. Te bendecimos. R.
3.- Por Pablo que se consumía de sufrimiento por tu Cuerpo que es la Iglesia, y por aquellos que hoy se consumen de trabajo para proclamar tu Palabra. Te bendecimos. R.
M. Ya que somos familia de Dios por el don común de la fe, digamos con gran confianza a nuestro Padre del cielo: Padre nuestro…
A Dios den gracias los pueblos/ Reunidos en el nombre del Señor/ Entre tus manos/ La oración (Te suplicamos Señor)/ Tu Palabra me da vida/ Vuelvan los ojos hacia el Señor/ El testigo.