Motivación de entrada
La riqueza del cristiano es la palabra de Dios. Es ella la que ilumina y da sentido a todo. En esta eucaristía nos disponemos a escucharla con la humildad y la sencillez del discípulo de Jesús.
Acto penitencial
Pedimos perdón por las veces que no hemos agradecido de verdad la palabra de Dios, que se nos da en tanta abundancia; por las veces que la hemos desoído, engañando nuestra conciencia; por no haberla anunciado y compartido.
LECTURAS BÍBLICAS
Primera lectura: Amós 7, 12-15.
Es Dios el que elige y envía al profeta y cómo éste a él sólo debe responder.
Segunda lectura: Éfesios 1, 3-14 (o bien: 1, 3-10).
Un texto paulino de gran contenido cristológico: Dios Padre nos ha bendecido, elegido, y destinado desde siempre, en la persona de Cristo, a ser sus hijos adoptivos, santos, intachables en el amor.
Evangelio: Marcos 6, 7-13.
Jesús envía a sus discípulos a la misión; les da el poder de sanar y les enseña a actuar con sobriedad y pobreza. “Ligeros de equipaje”, diríamos hoy.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Los dones, de la Iglesia orante, los ponemos hoy sobre el altar, para que, consagrados, promuevan la santificación del cristiano.
Comunión
El mejor comentario nos lo ofrece san Juan: “Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él”.
Despedida
Salimos de la eucaristía reconfortados con el cuerpo de Cristo y con la palabra salvadora; y asumimos el compromiso de ser mensajeros y testigos de Jesús ante la gente.