Semanalmente nos reunimos como comunidad eclesial para recibir el alimento que nutre la fe y da vida a nuestro cuerpo. El Señor nos invita a su doble mesa: la de su Palabra y la de su vida entregada. Hoy lo que mejor define esta comida es la Misericordia de Dios. Ya desde los tiempos de Moisés, pasando por Jesús y llegando hasta nuestros días, nuestro Padre Dios nos busca incesantemente para mostrarnos su amor. Quiere que nunca dejemos de sentirnos hijos amados de él, a pesar de nuestras debilidades y errores. Las tres parábolas que nos presenta san Lucas tienen la misma estructura: la pérdida, el encuentro y el festejo. Una oveja, una moneda y, mucho más importante, un hijo. En el caso del “hijo pródigo” no hay enojo, ni venganza con el hijo que había partido, sino alegría, reconocimiento de que a pesar de toda su mala vida, nunca perdió su dignidad de hijo. La vuelta a casa produce el festejo y la alegría, más allá de la oposición del hermano. Esta parábola es el reflejo del modo de actuar de Jesús, que tanto escándalo causó en su tiempo. En estos tiempos todos los creyentes somos “otro Cristo”, llamados a vivir esa misericordia de Dios. La experimentamos en nuestra propia vida, y queremos que la Iglesia sea un lugar de acogida de los que se habían extraviado, que sea un hogar de festejo y celebración por la presencia de todos los hijos de Dios. A pocos días de nuestras Fiestas Patrias, la Iglesia quiere que Chile sea una mesa para todos. Que el aporte de los católicos a este aniversario sea la construcción de un país de hermanos, donde el perdón y la acogida tengan amplia cabida entre nosotros, porque es el reflejo del corazón de Dios que habita en cada uno.
CONALI
Celebrar juntos la eucaristía es festejar a Dios. Lo hacemos porque él sale a nuestro encuentro y nos trae a casa. Es su misericordia la que lo guía para hallar lo perdido. Dispongámonos para reconocer a quienes se encuentran a nuestro lado hoy, somos todos hijos de Dios, invitados a esta fiesta del amor de Dios.
En tiempos del Éxodo el Pueblo, agradecido de Dios, lo seguía; pero cuando surgen las dificultades, adopta un actuar diferente.
Lectura del libro del Éxodo. El Señor dijo a Moisés: «Baja en seguida, porque tu pueblo, ése que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que Yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: “Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto”». Luego le siguió diciendo: «Ya veo que éste es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación». Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: «¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que Tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: “Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia”». Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. Iré a la casa de mi Padre.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza. Mi sacrificio es un espíritu contrito, Tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R.
En muchas ocasiones los seres humanos nos sentimos indignos de nuestra vocación y misión. Pablo nos narra su experiencia con la gracia de Dios.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo. Querido hijo: Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús. Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en Él para alcanzar la Vida eterna. ¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluia. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluia.
Perder, encontrar y festejar, tres verbos que son un itinerario y que nos revelan las claves que este texto nos da para entender a Dios.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse». Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
¿Me he sentido indigno de Dios e incapaz de volver a él? ¿Qué pasajes de este evangelio me interpretan? ¿Qué buena noticia recibo hoy con estas parábolas?
M. Dios, nuestro Padre, escuchó a Moisés en el desierto y escucha cada día las peticiones de sus hijos, con confianza le presentamos hoy nuestra oración.
R. Señor, Padre nuestro, escúchanos.
1.- Padre de bondad, guía a tu Iglesia por la senda de tus mandamientos, y no permitas que se fabrique ídolos que la aparten de su misión. Oremos. R.
2.- Padre de bondad, en este mes de la Patria, enséñanos el camino del perdón para que las persecuciones e insolencias den paso al encuentro y la reconciliación. Oremos. R.
3.- Padre de bondad, muestra el camino de regreso a casa a todas las familias divididas y conflictuadas, para que se reúnan a festejar tu presencia en medio de ellos. Oremos. R.
4.- Padre de bondad, que en nuestras comunidades no existan la envidia y la descalificación, sino que todos sientan como propios los beneficios que nos das. Oremos. R.
M. Dios eterno y universal, acoge nuestra oración porque sabemos que sólo a ti corresponden el honor y la gloria, por los siglos de los siglos.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Dios de misericordia, ya que tú eres el Dios que no olvidas a nadie y que nunca abandonas a tus hijos, te alabamos en este día.
R. Abre mis labios, Señor, y proclamaré tu alabanza.
1.- Te alabamos, Padre de Abraham, porque nunca has abandonado a tu descendencia y la conduces con mano poderosa. R.
2.- Te alabamos, Padre de todos los misioneros, porque a pesar de sus debilidades y errores no dejas nunca de demostrarles toda tu paciencia. R.
3.- Te alabamos, Padre de todos los extraviados, porque sales constantemente en su búsqueda y lleno de alegría los traes de vuelta a tu casa. R.
M. A ti, Señor, que nos libras de la tentación y nos alimentas cotidianamente con tu misericordia, te decimos: Padre nuestro…
Tres cosas tiene el amor/ En ti Señor/ Vuelvan los ojos.