Domingo 5° de Pascua. Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio de Pascua. Semana 1ª del Salterio.
Podrán hacer grandes obras
En este discurso de despedida de Jesús, que desembocará en su hora (muerte-resurrección), provoca la turbación y el desánimo de sus discípulos. Si él se va, quedarán solos y en duelo: ¿Dónde se va? ¿Por qué debe ser de ese modo? Jesús es el único que quita la mirada trágica del hecho. Sus palabras son oscuras para los discípulos, no entienden, hacen preguntas y responde hablando con imágenes familiares y tranquilizadoras para terminar con una revelación definitiva: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.
En tiempos de Jesús, el “Camino” era entendido por los líderes religiosos como el cumplimiento de la Ley. Pero él revierte la situación y plantea que él es el Camino para llegar a Dios. Todo aquel que se vuelve como él (humano) está en el Camino: viene del Padre, con sus palabras y acciones, pero también vuelve a él abriéndonos el paso a una vida más humana. Además, se afirmaba que la Ley era la vida, bastaba cumplirla para acceder a ella. En cambio, Jesús garantiza que él es la Vida en plenitud para todos; y por lo tanto, la Verdad, ya que al identificarnos con él, actuamos conforme a su modo y no al modo tan clásico de nuestros tiempos: “hago de mi vida según lo que me parece”.
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones… ¿Qué hacen unos padres responsables que esperan la visita de su hijo después de mucho tiempo sin verlo? Preparan con cariño la habitación donde se alojará. Jesús hace lo mismo, abre la casa del Padre a los hombres por él redimidos. Cuando conocemos a Jesús, estamos conociendo al Padre.
El reproche de Jesús a Felipe: Hace tanto tiempo que estoy con ustedes… pone en evidencia el error de Felipe. Este cree que después de Jesús hay algo más, como si Jesús no bastara: Cristo es suficiente porque él colma toda expectativa de vida. Unidos a él haremos grandes obras, pero siempre y cuando seamos conscientes de que toda obra buena es por absoluta intervención del Señor y no nuestra.
“El que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aun mayores”, Jn 14, 12.
P. Fredy Peña, ssp.
1ª LECTURA Hech 6, 1-7
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días: Como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: “No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra”. La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos. Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe. Palabra de Dios.
Comentario: Es la primera crisis de la comunidad cristiana. Ya no está Jesús para que organice al grupo. El conflicto demuestra que, a pesar de tanta cercanía histórica con el tiempo de Jesús, el espíritu humano no tiene una cura mágica y la “discriminación” se da en cualquier lugar, en todo tiempo, en cualquier persona. Esta comunidad tuvo que resolver, desde el diálogo y la oración, este problema tan frecuente hasta nuestros días.
SALMO Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19
R. Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.
Aclamen, justos, al Señor: es propio de los buenos alabarlo. Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
Porque la palabra del Señor es recta y Él obra siempre con lealtad; Él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.
2ª LECTURA 1Ped 2, 4-10
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pedro.
Queridos hermanos: Al acercarse al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. Porque dice la Escritura: “Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido”. Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, “la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: piedra de tropiezo y roca de escándalo”. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada. Ustedes, en cambio, son “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido” para anunciar las maravillas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado. Palabra de Dios.
Comentario: Frecuentemente, escuchamos o nos unimos a afirmaciones como “qué mal está la Iglesia”, “la Iglesia está fuera de la realidad”; “la Iglesia no se compromete”. San Pedro nos enseña que todos construimos la Iglesia, que todos formamos parte de ella. Debemos tomar conciencia, entonces, de nuestra gran responsabilidad. Si “la Iglesia no se compromete”, ¿nosotros lo hacemos?
ALELUIA Jn 14,6
Aleluia. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”, dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Jn 14, 1-12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Durante la última cena, Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde Yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy”. Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”. Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que Yo hago, y aun mayores, porque Yo me voy al Padre”. Palabra del Señor.
Comentario: ¿Hacia dónde nos lleva Jesús? ¿Cuál es ese lugar del que habla y que nos ha preparado? Jesús está con el Padre y en el Padre, en la Gloria eterna de Dios. Allí es dónde estaremos. El lugar más santo, más trascendente, nos ha sido regalado. Ese será el final de nuestro camino. Por eso, nuestras opciones y nuestro caminar en la tierra han de tener puesta la mirada en ese final, para poder gozar, desde aquí, la misma Gloria de Dios.