Motivación de entrada
El Salmo 26 nos ofrece la orientación para nuestra eucaristía de hoy: “Escúchame, Señor, que te llamo. Tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación”.
Acto penitencial
Hoy pedimos perdón: por olvidar la dignidad de nuestra vocación cristiana; por nuestras omisiones, por no haber hecho el bien que podíamos hacer; por nuestra falta de compasión con la gente desposeída.
Lecturas bíblicas
Primera lectura: Ezequiel 17, 22-24.
El profeta, a través de la parábola del árbol, recuerda que el Señor rebaja a los poderosos y enaltece a los humildes.
Segunda lectura: 2Corintios 5, 6-10.
El cristiano vive intensamente su vida terrena, proyectado hacia la gloria futura, a la cual se prepara con una vida digna de Dios.
Evangelio: Marcos 4, 26-34.
La semilla del Reino sembrada por Jesús brota y crece por la fuerza que le da el Señor: humilde en sus comienzos, llega a ser un árbol grande.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
El pan y el vino que ponemos sobre el altar, y que pronto será el sacramento de Cristo, quiere ser una súplica al Padre Dios: que ese alimento nunca nos falte y que esté presente en todas las mesas.
Comunión
En la comunión hacemos nuestro el saludo de Jesús: “Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado para que sean uno, como nosotros somos uno” (Juan 17, 11).
Despedida
Hemos compartido la misma palabra, el mismo pan, el mismo cáliz, la misma oración, vayamos ahora a compartir esa riqueza con otros, especialmente con los enfermos y los más necesitados.