23º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 3ª del Salterio.
La justicia del Reino
Jesús se presenta como el Maestro que trae justicia y una nueva forma de relacionarse, que no tiene nada que ver con los “criterios” de este mundo. Él no ve a la comunidad creyente como aquella en la que cada uno anda a su manera, sin que haya una real preocupación por el otro. Es un interés que está determinado solo por la consideración del amor a Dios y por la caridad al prójimo.
Esa carencia del amor de Dios se manifiesta cuando alguien hiere o es indiferente ante el prójimo. Somos testigos de hombres y mujeres que se hunden en el alcohol y pierden su trabajo, familia o amistades. Constatamos cómo el prójimo va hacia un abismo, pero por temor a la intromisión no alzamos la voz para decir: “cuenta conmigo…”. Mostrar a otros que pueden tropezar nunca es fácil y la caridad siempre dispone al amor fraterno, que implica la obligación de advertir sobre los peligros que acechan nuestra vida.
Sin duda que lo más difícil para cualquiera es perdonar, pero Jesús nos dice: “Si te escucha, habrás ganado a un hermano…”. Esa ganancia no es para “sí” y ese hermano reconciliado necesita ser acogido. Cuando se perdona de corazón, hay que ir en busca de quien erró en calidad de quien ya perdonó. Mostrar al que se ha equivocado e invitarlo para que se reivindique es un modo de recuperar lo que se dañó.
Por eso no nos debe retraer el temor ni las molestias que acarrea el perdonar, allí donde se ha roto algún vínculo. Cuando Jesús le otorga a Pedro la facultad de “atar y desatar” –términos jurídicos y atribuciones de la comunidad?, más que dictaminar sentencias por transgredir las normas, insta a la comunidad a ejercer la misericordia. Al ser misericordiosos que no impere, en nosotros, la presunción de ser justos, porque el perdón de Jesús siempre se mostró compasivo y humilde.
“Si tu hermano peca, ve y corrígelo… Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.” Mt 18, 15.
P. Fredy Peña T., ssp
1ª LECTURA Ez 33, 7-9
Lectura de la profecía de Ezequiel.
Así habla el Señor. “Hijo de hombre, Yo te he puesto como centinela de la casa de Israel: cuando oigas una palabra de mi boca, tú les advertirás de mi parte. Cuando yo diga al malvado: ‘Vas a morir’, si tú no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Si tú, en cambio, adviertes al malvado para que se convierta de su mala conducta, y él no se convierte, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida”. Palabra de Dios.
Comentario: Esta es la nueva misión del profeta Ezequiel: levantar a su pueblo y reconstruir los nuevos cimientos de la fe. El profeta se apropia de una renovada vocación que le permitirá un sentido nuevo en sus relaciones entre Dios y el pueblo. Es el mismo “sentido” que como Iglesia buscamos ante Dios para impregnarla de esperanza y nuevos bríos.
SALMO Sal 94, 1-2. 6-9
R. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta Él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! R.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque Él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: “No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras”. R.
2ª LECTURA Rom 13, 8-10
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley. Porque los mandamientos: “No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás”, y cualquier otro, se resumen en éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley. Palabra de Dios.
Comentario: El amor al prójimo no es una cuestión abstracta o filantrópica, es mucho más que eso. En pocas palabras, es una realidad que se acepta y se tolera, con la misma paciencia, que Dios tolera y acepta nuestra fragilidad humana.
ALELUIA 2Cor 5, 19
Aleluia. Dios estaba en Cristo, recon-ciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluia.
EVANGELIO Mt 18, 15-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. Palabra del Señor.
Comentario: La norma de la sinagoga excluía a todo aquel que no aceptase al judaísmo como único medio de salvación. Jesús condena esta actitud, puesto que la norma de la Iglesia debe seguir el camino de la corrección fraterna y tomar en cuenta que él está presente en: su Iglesia, su palabra, sus enseñanzas, sus padecimientos, sufrimientos y alegrías.