De la feria. Verde. Prefacio de la Virgen María.
Lectura del libro del Éxodo.
Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: “Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor”. Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la Alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: “Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho”. Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: “Ésta es la sangre de la Alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas”.
Palabra de Dios.
Comentario: Luego de conocer el contenido del decálogo, por medio de Moisés, todo el pueblo de Israel respondió que está decido a llevar adelante este compromiso con Dios. Esta Alianza firmada, será sellada luego en forma definitiva por Jesús en la cruz. Cuando aceptamos este camino del decálogo y la cruz encontramos el camino de Dios.
R. ¡Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza!
El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta el ocaso. El Señor resplandece desde Sión, que es el dechado de toda hermosura. R.
“Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi Alianza con un sacrificio”. ¡Que el cielo proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez! R.
Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo; invócame en los momentos de peligro: Yo te libraré, y tú me glorificarás. R.
ALELUYA Cfr. Lc 8, 15
Aleluya. Reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús propuso a la gente esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”. Él les respondió: “Esto lo ha hecho algún enemigo”. Los peones replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” “No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero”.
Palabra del Señor.
Comentario: Aunque nos cueste aceptarlo, el trigo y la cizaña coexisten, muchas veces el bien se puede confundir con el mal. Jesús nos llama a no desesperarnos y a esperar el momento más oportuno para diferenciar el uno del otro. ¿Somos trigo o cizaña?