De la feria. Verde. Dedicación de las Basílicas de san Pedro y san Pablo, aps. (ML). Blanco.
LECTURA Apoc 10, 8-11
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, oí la voz que me habló nuevamente desde el cielo, diciéndome: “Ve a tomar el pequeño libro que tiene abierto en la mano el Ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra”. Yo corrí hacia el Ángel y le rogué que me diera el pequeño libro, y él me respondió: “Toma y cómelo; será amargo para tu estómago, pero en tu boca será dulce como la miel”. Yo tomé el pequeño libro de la mano del Ángel y lo comí: en mi boca era dulce como la miel, pero cuando terminé de comerlo, se volvió amargo en mi estómago. Entonces me dijo: “Es necesario que profetices nuevamente acerca de una multitud de pueblos, de naciones, de lenguas y de reyes”. Palabra de Dios.
Comentario: La visión del libro entregado al profeta corresponde a lo que es un envío misionero. ¡Es necesario que profetices! El libro es el mensaje de Dios que motiva y entusiasma a vivir la fe, aunque luego sobrevengan persecuciones y hasta la misma muerte. De allí el gusto agridulce al comerlo.
SALMO Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131
R. ¡Dulce es tu palabra para mi boca, Señor!
Me alegro de cumplir tus prescripciones, más que de todas las riquezas. Porque tus prescripciones son todo mi deleite, y tus preceptos, mis consejeros. R.
Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata. ¡Qué dulce es tu palabra para mi boca, es más dulce que la miel! R.
Tus prescripciones son mi herencia para siempre, porque alegran mi cora- zón. Abro mi boca y aspiro hondamente, porque anhelo tus mandamientos. R.
ALELUIA Jn 10, 27
Aleluia. “Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO L c 19, 45-48
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: “Está escrito: ‘Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han con- vertido en una cueva de ladrones’”. Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras. Palabra del Señor.
Comentario: Con su entrada al Templo, Jesús lo purifica de todas las profanaciones realizadas especialmente por la dirigencia religiosa. Los primeros cristianos no tuvieron templos, se reunían para rezar y celebrar la Eucaristía en las casas que contaban con un espacio adecuado.