De la feria. Verde. Beato Santiago Alberione, p. (ML). Blanco.
LECTURA Apoc 21, 2; 22, 1
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Después el Ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había árboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para sanar a los pueblos. Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus servidores lo adorarán. Ellos contemplarán su rostro y llevarán su nombre en la frente. Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos. Después me dijo: “Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas, envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. ¡Volveré pronto! Feliz el que conserva fielmente las palabras proféticas de este Libro”. Palabra de Dios.
Comentario: El Apocalipsis fue escrito contra el Imperio romano que estaba dominando sobre muchas naciones. De allí que se deja entrever que un día llegará a su fin y que sólo el Reino de Dios perdurará. Cuando nos motiva la fe confiamos que habrá un mañana mejor que el presente.
SALMO Sal 94, 1-7
R. ¡Ven, Señor Jesús!
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! R.
Porque el Señor es un Dios grande, el soberano de todos los dioses: en su mano están los abismos de la tierra, y son suyas las cumbres de las montañas; suyo es el mar, porque él lo hizo, y la tierra firme, que formaron sus manos. R.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R.
ALELUIA Lc 21, 36
Aleluia. Estén prevenidos y oren incesantemente. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre. Aleluia.
EVANGELIO Lc 21, 34-36
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre”. Palabra del Señor.
Comentario: De frente a la realidad que se vive, el creyente mantiene una serena actitud contemplativa tratando de interpretar los signos de la presencia del Reino de Jesús en medio de este mundo; y de este modo diferencia aquello que pertenece a Dios o a las fuerzas del Maligno.