De la feria. Verde.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con Él toda clase de favores? ¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? “Dios es el que justifica. ¿Quién se atreverá a condenarlos?” ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros? ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Como dice la Escritura: “Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero”. Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a Aquél que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario: El cristiano se apoya en Dios, sabiendo que el Padre no abandonó a su Hijo, aunque él debió pasar primero por muchas tribulaciones, incluso, por la muerte en la cruz. Esa fe y abandono en Dios permite al creyente no temerle a nada, ni a nadie; no necesita amuletos para superar las tribulaciones, la persecución y toda clase de peligros, porque Dios está con él.
SALMO Sal 108, 21-22. 26-27. 30-31
R. ¡Sálvame por tu misericordia, Señor!
Tú, Señor, trátame bien, por el honor de tu Nombre; líbrame, por la bondad de tu misericordia. Porque yo soy pobre y miserable, y mi corazón está traspasado. R.
Ayúdame, Señor, Dios mío, sálvame por tu misericordia, para que sepan que aquí está tu mano, y que Tú, Señor, has hecho esto. R.
Yo daré gracias al Señor en alta voz, lo alabaré en medio de la multitud, porque Él se puso de parte del pobre, para salvarlo de sus acusadores. R.
Aleluia. ¡Bendito sea el Rey que viene en Nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Se acercaron algunos fariseos que le dijeron a Jesús: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte». Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, “a ustedes la casa les quedará desierta”. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!»
Palabra del Señor.
Comentario: Sintiendo la amenaza de muerte por parte de Herodes, Jesús se lamenta sobre su amada ciudad de Jerusalén; este amor se reflejaba en varios pasajes de las Escrituras. Justamente por amarla, le dolía más aún el hecho de no ser escuchado. Con ello, Jesús nos invita a amar nuestra nación, iglesia, familia, etc., y morir con y por ellas, como Jesús por su Jerusalén.