De la feria. Verde
Semana 13ª durante el año – Semana I del Salterio.
Lectura del libro del Génesis.
El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Después de recibirlos, los hombres salieron y se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham los acompañó para despedirlos. Mientras tanto, el Señor pensaba: «¿Dejaré que Abraham ignore lo que ahora voy a realizar, siendo así que él llegará a convertirse en una nación grande y poderosa, y que por él se bendecirán todas las naciones de la tierra? Porque yo lo he elegido para que enseñe a sus hijos, y a su familia después de él, a mantenerse en el camino del Señor, practicando lo que es justo y recto. Así el Señor hará por Abraham lo que ha predicho acerca de él». Luego el Señor añadió: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré». Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a Abraham. Entonces Abraham se le acercó y le dijo: «¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?» El Señor respondió: «Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos». Entonces Abraham dijo: «Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco, ¿vas a destruir toda la ciudad?» «No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco», respondió el Señor. Pero Abraham volvió a insistir: «Quizá no sean más que cuarenta». Y el Señor respondió: «No lo haré por amor a esos cuarenta». «Por favor –dijo entonces Abraham–, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta». Y el Señor respondió: «No lo haré si encuentro allí a esos treinta». Abraham insistió: «Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte». «No la destruiré en atención a esos veinte», declaró el Señor. «Por favor –dijo entonces Abraham–, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez». «En atención a esos diez –respondió–, no la destruiré». Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa.
Palabra de Dios.
Comentario: De Abraham aprendemos a ser defensores de los demás. La invitación del papa Francisco a “custodiar” a las personas y la naturaleza está en esta línea. Sodoma, una ciudad prostituida, ni siquiera formaba parte del pueblo confiado a Abraham; sin embargo, el intercede ante Dios por sus habitantes.
R. ¡El Señor es bondadoso y compasivo!
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente. R.
No nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen. R.
ALELUYA Cfr. Sal 94, 8. 7
Aleluya. No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Al verse rodeado por la multitud, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Palabra del Señor.
Comentario: Dios nos llama a seguir sus caminos, invitándonos a ser discípulos de su Hijo. Quienes creemos responderle, estamos llamados a arriesgarlo todo por él y a caminar incluso sin saber todo lo que nos acontecerá en el itinerario. Las únicas certezas son que él camina con nosotros y no nos faltará nada de lo estrictamente necesario.