Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Es Cristo el que nos da seguridad delante de Dios, no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios. Él nos ha capacitado para que seamos los ministros de una Nueva Alianza, que no reside en la letra, sino en el Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. Ahora bien, si el ministerio que lleva a la muerte ?grabado sobre piedras? fue inaugurado con tanta gloria que los israelitas no podían fijar sus ojos en el rostro de Moisés, por el resplandor ?aunque pasajero? de ese rostro, ¡cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu!Y si el ministerio que llevaba a la condenación fue tan glorioso, ¡cuál no será la gloria del ministerio que conduce a la justicia! En realidad, aquello que fue glorioso bajo cierto aspecto ya no lo es más en comparación con esta gloria extraordinaria. Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente!
Palabra de Dios.
Comentario: Pablo afirma que su ministerio apostólico se sustenta en el Espíritu de Cristo, no en la letra de aquellos que apagan el entusiasmo misionero. Esta es una de las claves para revisar la vida y los ministerios de las comunidades eclesiales, las cuales deben mantener despierta la capacidad de comunicar la vida de Dios al mundo de hoy.
R. ¡Santo eres, Señor, Dios nuestro!
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, adórenlo ante el estrado de sus pies. ¡Santo es el Señor! R.
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaban su Nombre, clamaban al Señor y Él les respondía. R.
Dios les hablaba desde la columna de nube; ellos observaban sus mandamientos y los preceptos que les había dado. R.
Señor, nuestro Dios, Tú les respondías; Tú eras para ellos un Dios indulgente, pero te vengabas de sus malas acciones. R.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, y adórenlo en su santa Montaña: el Señor, nuestro Dios, es santo. R.
ALELUYA Sal 24, 4. 5
Aleluya. Señor, enséñame tus senderos, guíame por el camino de tu fidelidad. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una i ni una coma de la Ley, sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús deja en claro que no vino a anular nada, sino a cumplir con lo anunciado por los Profetas y la Ley. Él vino a nosotros para confirmar el plan divino de salvación, iniciado en Abraham. Esta es la tarea actual de los discípulos de Jesús: cumplir y enseñar las verdades de la salvación a sus semejantes.