De la feria. Morado.
Semana 3º de Adviento – Semana III del Salterio.
Comienza la novena de Navidad.
Lectura del libro de los Números.
Cuando el profeta Balaam alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él y pronunció su poema, diciendo: Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante; oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos. ¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel! Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas. El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado. Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel.
Palabra de Dios.
Comentario: Balac, el rey de Moab, trata de conjurar el avance del pueblo de Israel, haciendo venir a un famoso mago y adivino, llamado Balaam. Pero todos los poderes mágicos fracasan ante el poder de Dios. El Espíritu del Señor transforma al adivino en profeta, y el que debía maldecir, ahora bendice. De este modo se manifiesta, una vez más, el poder salvador del Dios de Israel.
SALMO Sal 24, 4-5. 6-7. 8-9
R. ¡Muéstrame, Señor, tus caminos!
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad.R.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
ALELUIA Sal 84, 8
Aleluia. Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?» Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?» Ellos se hacían este razonamiento: «Si respondemos: “Del cielo”, Él nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?” Y si decimos: “De los hombres”, debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta». Por eso respondieron a Jesús: «No sabemos». Él, por su parte, les respondió: «Entonces Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto».
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús enseñaba en el Templo. Sabía que podía tener problemas, dado que los sacerdotes eran lo que tenían esta facultad. De allí que la pregunta es lógica: ¿Quién te ha autorizado? Jesús demuestra su sabiduría realizando otra pregunta, que no se animaron ellos a contestar. Señor, no permitas que me crea dueño de la verdad y que pueda ser humilde.