De la feria. Blanco.
Prefacio de Pascua.
LECTURA Hech 7, 51– 8, 1
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días: Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: “¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados a la verdad! Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo y son iguales a sus padres. ¿Hubo algún profeta a quien ellos no persiguieran? Mataron a los que anunciaban la venida del Justo, el mismo que acaba de ser traicionado y asesinado por ustedes, los que recibieron la Ley por intermedio de los ángeles y no la cumplieron”. Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: “Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”. Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y al decir esto, expiró. Saulo aprobó la muerte de Esteban. Palabra de Dios.
Comentario: Las palabras de Esteban se asemejan a las de Jesús (Cfr. Lc 23, 34): ¡Perdónalos! En el año 197 escribía Tetuliano: “La sangre de los mártires es semilla de los cristianos”. Justamente entre los acusadores estaba Saulo (luego Pablo), quien cambiará su vida al encontrarse con Cristo.
SALMO Sal 30, 3-4. 6-8. 17. 21
R. ¡Pongo mi vida en tus manos, Señor!
¡Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque Tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme. R.
Yo pongo mi vida en tus manos: Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. Confío en el Señor. ¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! R.
Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia; al amparo de tu rostro ocultas a tus fieles de las intrigas de los hombres. R.
ALELUIA Jn 6, 35
Aleluia. “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre”, dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Jn 6, 30-35
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
La gente preguntó a Jesús: “¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: ‘Les dio de comer el pan bajado del cielo’”. Jesús respondió: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”. Ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”. Palabra del Señor.
Comentario: El maná que comieron los israelitas era solo un anticipo del que el Padre nos ha dado, en y por Jesucristo, Salvador del mundo. Moisés solicitó a Dios un alimento y lo tuvo; pero solo Jesucristo se da a sí mismo como alimento para la Vida eterna. ¿Aún necesitamos algún otro signo?