“Que el Jubileo sea un verdadero acontecimiento eclesial capaz de sostener la fe y ser un estímulo para la evangelización”. Esta esperanza fue señalada por Monseñor Rino Fisichella al presentar el Logo Oficial del Jubileo 2025, que se celebrará, precisamente, con el lema “Peregrinos de la esperanza”. En este contexto histórico es urgente, dijo el Presidente del Dicasterio para la Promoción de la Nueva Evangelización, vivir el próximo Jubileo “a la luz de la esperanza”: “Cada Año Santo, en la historia de la Iglesia, adquiere todo su sentido cuando se inserta en el contexto histórico que vive la humanidad y especialmente cuando es capaz de leer los signos de las ansias y angustias unidas a las expectativas que la gente percibe. La fragilidad experimentada en estos últimos años, unida al miedo por la violencia de las guerras, no hace sino hacer paradójica la condición humana: por un lado, siente el poder de la técnica que determina los días de forma preponderante; por el otro, a menudo se encuentra incierta y confundida acerca de su futuro. De aquí surgió inmediatamente la urgencia de vivir el próximo Jubileo a la luz de la esperanza”.
Para la realización del logo el Dicasterio para la Promoción de la Nueva Evangelización organizó un concurso con un alto índice de participación: se recibieron 294 propuestas de 213 ciudades y 48 países diferentes. El rango de edad de los participantes fue de 6 a 83 años. De hecho, – ponderó el presidente del Dicasterio – se han recibido muchos dibujos hechos a mano por niños de todo el mundo y fue realmente conmovedor revisar estos dibujos, fruto de la imaginación y la fe sencilla.
Monseñor Rino Fisichella ofreció una lectura teológica del logo: en primer lugar, representa cuatro figuras estilizadas para indicar la humanidad que proviene de los cuatro puntos cardinales. Se abrazan, para indicar la solidaridad y fraternidad que debe unir a los pueblos. Se notará que el primero de la fila está aprehendido a la cruz. Es el signo no sólo de la fe que abraza, sino de la esperanza que nunca puede ser abandonada porque la necesitamos siempre y sobre todo en los momentos de mayor dificultad. Es útil observar las olas que están abajo y que están agitadas para indicar que la peregrinación de la vida no siempre se mueve en aguas tranquilas. Frecuentemente las vicisitudes personales y los acontecimientos del mundo imponen con mayor intensidad el llamado a la esperanza. Por eso hay que destacar la parte inferior de la Cruz que se prolonga en forma de ancla, que se impone al movimiento de las olas. Como sabemos, el ancla se ha utilizado a menudo como metáfora de la esperanza. El ancla de la esperanza, de hecho, es el nombre que recibe en el lenguaje de los marinos el ancla de reserva, utilizada por las embarcaciones para realizar maniobras de emergencia para estabilizar la barca durante las tormentas. No se debe pasar desapercibido que la imagen muestra cómo el camino del peregrino no es un hecho individual, sino comunitario, con la impronta de un dinamismo creciente que tiende cada vez más hacia la Cruz. La Cruz no es estática, sino también dinámica, se inclina hacia la humanidad, sale a su encuentro y no la deja sola, ofreciéndole la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza. Finalmente, se ve claramente, en color verde, el Lema del Jubileo 2025, Peregrinantes in Spem.
“Peregrinos de la esperanza” es el lema elegido para este acontecimiento para expresar la necesidad de dar sentido al presente y así pueda ser propedéutico en un verdadero impulso hacia el futuro para reconocer y responder a los diversos desafíos que plantea el tiempos. Estamos dando los primeros pasos en la cultura digital. “El próximo Jubileo no puede dejar de entrar en esta cultura”, afirmó Mons. Rino Fisichella.
Se deberá permitir – señaló – que millones de usuarios se conviertan en peregrinos también a través de la tecnología digital y se muevan por los caminos captando la belleza y sacralidad del momento a través de la recepción de noticias que, si bien permiten recordar siglos de historia, aún obligan a permanecer enraizados en el presente con el compromiso que ello requiere.
Dos años faltan para el Jubileo, y, tal como pidió Papa Francisco, el 2023 estará dedicado “a repasar los temas fundamentales de las cuatro Constituciones conciliares para que la Iglesia respire de nuevo la enseñanza profunda y actual producida por el Vaticano II, cuyo 60° aniversario de su apertura se celebrará el 11 de octubre”, explicó Fisichella. Para ello se encuentran en preparación “una serie de subsidios ligeros, escritos en un lenguaje cautivador”, para que “quien no recuerde el acontecimiento, tenga curiosidad y se adentre en el contenido del Concilio para descubrir el anhelo innovador que permitió a la Iglesia entrar con conciencia en el tercer milenio de su historia”.
El 2024, por su parte, será “un año dedicado a la oración” para crear un contexto favorable al Jubileo y permitir a los peregrinos prepararse para este acontecimiento, que es ante todo “espiritual”.