La última palabra no es la muerte, sino la vida
Motivación de entrada
En la conmemoración de “todos los fieles difuntos”, oramos por nuestros hermanos difuntos para que con Cristo, muerto y resucitado, pasen a la vida inmortal.
Acto penitencial
Por el olvido en que dejamos a nuestros difuntos. Por olvidar que aquí somos peregrinos hacia la casa del Padre. Por no sacar de la muerte las lecciones para vivir más cristianamente.
Colecta
Da, Señor, el descanso eterno a nuestros difuntos; y a nosotros la esperanza activa de la vida nueva en Cristo.
LECTURAS CICLO A-B-C
Primera lectura: Apocalipsis 21, 1-5. 6-7.
El vidente Juan describe la gloria de la Jerusalén celeste; la guerra, el hambre, el sufrimiento y la muerte han pasado; Dios, que es el Dios de la vida, crea cielos nuevos y una tierra nueva que manifiestan su presencia entre los hombres.
Segunda lectura: 1 Corintios 15, 20-23.
La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe. Momento para reafirmarla.
Evangelio: Lucas 24, 1-8.
El mensaje de la resurrección nos llena de alegría, pero también nos compromete a no permanecer en la muerte del pecado. Que también de nosotros pueda decirse: ¡No está aquí; ha resucitado!
Presentación de las ofrendas
La ofrenda de los dones hoy debe anticipar la aceptación de la voluntad del Padre en todo lo que nos concierne: en la vida y en la muerte.
Comunión
Comulgar con Cristo, es comulgar con la voluntad del Padre: ésa es la garantía de una vida llena de obras buenas y de una “pascua” serena en Dios.
Despedida
Fuertes con la fe que nos viene de Cristo, vayamos a anunciar a todos que “la última palabra de Dios sobre los hechos humanos no es la muerte, sino la vida; no es la desesperación, sino la esperanza” (Juan Pablo II).