Con una misa efectuada este domingo 29 de mayo, se dio inicio en Roma al XI Capítulo General de la Sociedad de SAN PABLO, el que se extenderá hasta el próximo 19 de junio, y que tiene por lema “Sean transformados por la renovación de su mente” (Rom 12, 2).
El capítulo general es la expresión más amplia y significativa de la unión y de la solidaridad de todos los miembros, es el órgano supremo de gobierno, con potestad de jurisdicción sobre todo el Instituto. En el ejercicio de su función debe favorecer el desarrollo y la cohesión de la sociedad y ser garantía de fidelidad al del Fundador; es el momento en que la Congregación debe vivir más intesamente su sintonía y corresponsabilidad con toda la Iglesia (Const. 210-211).
El capítulo se celebra cada seis años, al finalizar el mandato del Superior General. Por las circunstancias especiales que se viven en el mundo por causa de la crisis sanitaria, este Capítulo tuvo que prorrogarse en dos ocasiones en el último año (Const. 212).
¿Quién convoca el Capítulo? Corresponde al Superior General, con el consentimiento de sus consejeros, convocar al Capítulo seis meses antes de la celebración, estableciendo la fecha y el lugar del mismo (Const. 213).
¿Quiénes asisten al Capítulo? El Superior General; los Consejeros Regionales; los Oficiales Generales; los Superiores Provinciales y Regionales; Los delegados de las Provincias y de las Regiones; y los Delegados de las Casas directamente dependientes del Gobierno General (Const. 215).
¿Qué se hace en un Capítulo General? El Capítulo trata los asuntos más importantes del Instituto en orden a la programación de la vida espiritual, del apostolado, de la formación y de la economía, y sus decisiones servirán para orientar la acción del gobierno hasta el siguiente Capítulo. Asimismo, puede emanar nuevos reglamentos particulares y retocar el Directorio General, en armonía con las constituciones y el derecho común (Const. 218).
El logotipo evoca diversos elementos conectados al tema del XI Capítulo general: «Sean transformados mediante la renovación de su mente» (Rom 12,2). Llamados a ser artesanos de comunión para anunciar proféticamente el gozo del Evangelio en la cultura de la comunicación.
El primer símbolo evidenciado es la Palabra de Dios, presentada como el fundamento que (junto con la Eucaristía) da identidad, sostiene y alimenta a cada persona, comunidad, apostolado. De la Palabra de Dios se origina el cambio y la transformación en el modo de pensar y obrar, según la perspectiva del salmista cuando afirma: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 118,105).
La Palabra de Dios es el referente también para el contenido central de nuestro apostolado, Jesús Maestro, el Evangelio viviente. Su representación simbólica en forma de libro recuerda la esencia del Paulino, consistente en ser editor (cf. Líneas editoriales, Identidad, contenidos e interlocutores del apostolado paulino). Al mismo tiempo, mientras evoca la tradición que debe ser valorada, el libro abierto releva que nuestro apostolado se mantiene siempre atento a los signos de los tiempos y a todas las nuevas formas y nuevos lenguajes de la comunicación.
La Palabra, además, conecta el Capítulo general al Año Bíblico, acontecimiento que une a toda la Familia Paulina en su año celebrativo 2020-2021.
De la Palabra brotan 3 figuras que representan a todos los Paulinos en sus diversidades y dinamismo. Juntos forman la comunidad llamada a vivir y anunciar el Evangelio en la sociedad de hoy. Sólo enraizada en la Palabra, la comunidad será capaz de renovarse y demostrar toda su vivacidad y riqueza.
Los diversos colores recuerdan nuestra realidad multicultural, multiracial,
internacional, compuesta de jóvenes y ancianos, etc. El movimiento de las tres figuras expresa la dimensión evangélica y misionera de la Congregación (una Congregación en salida que camina sinodalmente), reafirmando la dinamicidad que nos empuja a recorrer rutas nuevas y tejer las redes para “anunciar proféticamente el gozo del Evangelio en la cultura de la comunicación”, según el espíritu de san Pablo y del beato Santiago Alberione.