El evangelista Marcos, por medio de una catequesis, prepara a los nuevos catecúmenos para recibir el bautismo y se vale de este discurso para puntualizar que la segunda venida del Señor se presentará como el día de la gran reunión de todo el Pueblo de Dios; por lo tanto, hay que alegrarse y no intimidarse. Porque la venida del Hijo del hombre es un juicio a todos los que se oponen al proyecto de Dios, pero también es “salvación” para los elegidos. En efecto, el “final” al cual se alude y que se plasma con la venida del Señor es como un nuevo presente donde tendrá lugar la consumación gloriosa de la obra del Salvador. Pero ¿qué incidencia tiene este hecho en nuestra vida?
La comunidad pospascual vivía momentos de persecución y veía que la venida del Señor se retrasaba, había signos de decadencia, rutina y abandono del mensaje radical de Jesús. Una sensación no muy lejana a la que experimentamos hoy por causa de la crisis de fe que vivimos en la Iglesia y también por los efectos de la pandemia. Sin embargo, el mensaje de Jesús es uno solo: “Cristo volverá con gloria, aunque no se sabe cuándo”. Por esta razón es necesario estar vigilantes, en un constante discernimiento y fiarse de la Palabra de Dios.
Los que aún creen en el Señor contemplan esperanzados su segunda venida y anhelan aquel día y no le temen. Porque la llegada del Hijo del hombre no es una catástrofe, sino un momento anhelado de “encuentro” con Dios. Aquel Hijo del hombre es una expresión que, recogida del libro de Daniel, alude al futuro personaje enviado por Dios con gloria y poder. San Agustín apelando a esta esperanza e ilusión, decía: “No nos opongamos a la primera venida para que no nos horroricemos en la segunda”. Es imperioso que el creyente se prepare, con sentimientos de confianza y alegría, para llegar a la Vida eterna de unión con Dios en el amor.
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce…” (Mc 13, 31.32).
P. Fredy Peña Tobar, ssp.
Para complementar tu reflexión personal al Evangelio de este domingo: